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Reportaje:

Miedo a la ordenanza

Los colectivos ciclistas de Valencia, inquietos ante la nueva normativa municipal que prepara el Ayuntamiento

Ignacio Zafra

Cualquiera que haya circulado por Valencia en bicicleta ha sentido miedo: miedo a ser arrollado por el tráfico; a comprobar cómo, al girar cualquier esquina, el carril bici desaparece; miedo, en fin, a regresar al lugar donde quedó anudado el vehículo para hallar en su lugar los restos destrozados de un candado.

Durante las últimas semanas los ciclistas han unido a estos miedos una nueva ansiedad: el insistente rumor de que la nueva ordenanza municipal de vehículos ligeros que prepara el Ayuntamiento preveía prohibir encadenar las bicis a árboles, farolas, y resto de mobiliario urbano, so pena de multa y retirada de la bicicleta por la policía local. De aprobarse, señala Antonio Llópez, del colectivo Valencia en Bici, sería "pedir a los ciclistas que se queden en casa por el riesgo de robo".

El Ayuntamiento, en una nota del área de Seguridad Ciudadana que dirige el concejal Miguel Domínguez, matiza esta prohibición. Tras subrayar que la norma se encuentra en fase de borrador, el documento informa de que la prohibición "se limitaría a las zonas en las que exista un área reservada para estos vehículos en la calzada". Donde no existan dichas áreas específicas, los usuarios podrán seguir amarrando los vehículos como hasta ahora; allá donde puedan.

Pero la literalidad de la nota del Ayuntamiento no ha apaciguado los temores de los colectivos ciclistas de Valencia. Con la información que manejan, proveniente de "filtraciones del Ayuntamiento", el Consistorio pretendería obligarles a estacionar en aparcamientos similares a los que existen para las motocicletas. "Si esas áreas a las que alude la nota oficial no disponen de elementos de sujeción, en la práctica no servirán para nada; cualquiera podrá llevarse las bicicletas", opina Francesc La Roca, profesor universitario y portavoz de Universitat en Bici.

Las quejas de los ciclistas, sin embargo, vienen de antiguo y trascienden las posibles trabas al aparcamiento. "El problema es estructural y parte del nulo interés del gobierno municipal por fomentar el uso de la bicicleta: un medio de transporte sostenible, que no contamina, ni hace ruido, ni provoca atascos y que es ideal para una ciudad llana y con buen clima como Valencia", señala Llópez. No sólo eso: "Mientras el Ayuntamiento tolera que los coches invadan calzadas, aceras, pasos de cebra y carriles bici cada vez que se juega un partido en Mestalla, la actitud con los ciclistas parece ser de tolerancia cero".

Tanto València en Bici como Universitat en Bici critican especialmente el "ninguneo" que afirman sufrir por parte del Consistorio, plasmado en el hecho de no haber sido consultados jamás a la hora de trazar carriles bici, evaluar su funcionamiento, o redactar nuevas normas. "Dirigen nuestras vidas sin darnos la oportunidad de opinar, como si fuésemos menores de edad", resume Llópez.

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Ambos colectivos se manifiestan favorables a que se regule la circulación de los ciclistas partiendo de un axioma básico: "que no se establezca una división entre peatones y el resto, si no entre peatones y ciclistas, y los demás".

Militantes de la bicicleta, los dos grupos defienden el tránsito por la calzada -salvo en las vías rápidas, donde el carril bici es imprescindible- para "recuperar la calle", y, a ser posible, añade La Roca, "por el centro de la misma para evitar falsas apariencias de espacio y que los coches crean que pueden adelantar".

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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