Dependencias partidistas
El autor explica por qué ha dimitido como vocal de ICV en la Corporación Catalana de Radio y Televisión. Las dependencias partidistas del nuevo consejo le parecen excesivas
La desgubernamentalización y despartidización de los medios de comunicación públicos continúa siendo hoy una asignatura pendiente en Cataluña y por supuesto en España. Para llegar a buen puerto en este objetivo se requieren muchas energías y sobre todo muchas voluntades inquebrantables para vencer todas las inercias del pasado. Los acuerdos unánimes logrados en el Parlament en diciembre de 1999, hace más de cuatro años, abrían las puertas a la esperanza de lograr que Cataluña fuera pionera en nuestro entorno en la creación de unos medios de comunicación públicos protegidos de la siempre presente presión gubernamental y política. A lo largo de estos cuatro años (1999-2004), este sueño con el cual algunos nos ilusionamos no se llegó nunca a concretar. La reforma legislativa de la ley de creación de la Corporación Catalana de Radio y Televisión (CCRTV) sigue siendo hoy, en febrero de 2004, una tarea pendiente a pesar de los esfuerzos que algunas formaciones -pienso en ICV y en general en los actuales socios de gobierno- le dedicaron.
Defender la despartidización de los medios de comunicación no tiene como objetivo criminalizar a los partidos políticos ni convertir a sus militantes en personas apestadas. La cuestión a debate no es si la militancia política inhabilita para ocupar determinados cargos, por ejemplo el de director general de la CCRTV o el de integrante del Consejo de Administración, sino que el debate debe situarse sobre qué responsabilidades políticas son desaconsejables para dichos cargos. Y a mi modo de ver son desaconsejables todas las que tienen relación directa con la maquinaria que cada día hace funcionar a cualquier partido político. Para entendernos, un jefe de prensa de una formación política o un secretario general adjunto de un partido cualquiera puede tener como preocupación la presencia mediática de su formación en los espacios televisivos y radiofónicos. Pero esta preocupación, legítima en la lógica partidista, puede pervertir -y a los hechos me remito- la acción de los consejos de administración de los medios públicos. Como los puede pervertir también una escasa distancia de la realidad del debate político parlamentario puro y duro, ya que sin ser uno muy consciente de sus actuaciones puede contribuir a convertir el consejo de administración de un medio público en algo semejante a una comisión de control parlamentario.
El nuevo Consejo de Administración de la CCRTV corre estos y otros riesgos. No hay duda de que cada uno de los miembros -entre los cuales, por cierto, no hay una mujer ni por asomo- son personas perfectamente compatibles con la responsabilidad que el Parlament les confiará hoy. Mis dudas sobre la idoneidad de este consejo no están puestas sobre nadie en particular. El problema lo intuyo en el resultado final, en la foto resultante, en el equipo que a partir de la próxima semana tendrá el honor de codirigir con el director general de la CCRTV, Joan Majó, los destinos de la empresa pública más sensible, más relevante y más importante de nuestro país. A mi modo de ver, hay un exceso de personas con altas responsabilidades en las maquinarias de la mayoría de las formaciones políticas, en un momento en que la tensión en la vida política catalana es ciertamente elevada.
La renuncia a formar parte de este Consejo de Administración no pretende abrir falsas discusiones, y tampoco entorpecer la labor de la formación política que desde 1996 ha confiado en mi persona para ocupar un puesto en ese órgano -ICV-, ni siquiera dar lecciones políticas ni morales a nadie. Cada uno sabe lo que debe y puede hacer en cada momento. Con mi decisión pretendo sólo llamar la atención de los responsables políticos del país que tienen ante sí la posibilidad de llevar a cabo un cambio real en nuestros medios de comunicación. La decisión está en sus manos, y si bien a mi modo de ver el resultado del pacto parlamentario para renovar el órgano de la CCRTV es un paso atrás, no tengo dudas de que la nueva ley permitirá pronto que Televisió de Catalunya y Catalunya Ràdio tengan el estatuto que se merecen sus profesionales y su audiencia. Es cierto que tenemos los mejores medios públicos de nuestro entorno político y económico, pero que seamos los mejores no impide que podamos mejorar. Éste es el reto del actual Gobierno catalán, de todo el Parlament, y también la obligación del Consejo de Administración que hoy nuestro Parlament elegirá.
Jordi Sànchez era consejero independiente a propuesta de ICV en la CCRTV.
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