Tres procesados por un atraco con rehenes admiten su participación
Retuvieron a unas treinta personas en un banco de Benidorm
Tres hombres procesados por atracar en agosto de 2002 una sucursal bancaria de Benidorm y retener al interventor y su familia doce horas, y a una treintena de personas durante el asalto, reconocieron ayer su participación en los hechos. El fiscal reclamó una petición inicial de condena para cada uno de 35 años y 5 meses; una pena que, previsiblemente, la rebajará hoy tras el acuerdo alcanzado ayer entre las partes.
La acusación particular, ejercida por la entidad crediticia, el Banco Popular, y el interventor de la oficina retiraron ayer los cargos sin que haya trascendido los motivos. No en vano, los asaltantes no lograron hacerse con el botín de 312.518 euros, gracias a la intervención policial el día de autos. La defensa, por su parte, se mantuvo a la expectativa de la petición final de condena del fiscal.
El reconocimiento por parte de los acusados del relato de los hechos del fiscal evitó la celebración de la vista oral por el atraco de una sucursal bancaria del Banco Popular, el 21 de agosto de 2002, prevista ayer en la Audiencia de Alicante. Para la ejecución del asalto, los procesados retuvieron al interventor y a su familia [su mujer y sus dos hijos] durante doce horas. Según el escrito provisional del fiscal, dos de los procesados comenzaron con el secuestro del interventor de la oficina, en su casa. Los encausados penetraron en la casa, se abalanzaron sobre la víctima y le amenazaron con una pistola. Los asaltantes esperaron la llegada de sus dos hijos.
Veinte minutos más tarde, arribaron otros dos implicados con la cara cubierta. Allí, permanecieron hasta las siete de la mañana del día siguiente, cuando los tres incriminados, camuflados y acompañados por el interventor, se dirigieron a la oficina para culminar el asalto. Entretanto, la mujer del interventor y sus dos hijos permanecieron encerrados en el aseo de la vivienda, vigilados por un cuarto implicado -este último escapó a la policía-, como "medida de presión". El trabajador desconectó la alarma y le informó del número de cajeros.
Los 13 trabajadores, que llegaron a las ocho de la mañana del día 22 de agosto, fueron maniatados y llevados al sótano de la oficina. Mientras, uno de los trabajadores iba sacando el dinero de los cajeros e introduciéndolo en una bolsa de deporte. El cabecilla ordenó la apertura al público en tanto se procedía a la apertura de la caja central. Durante ese tiempo, una quincena de clientes entró en la oficina corriendo la misma suerte que la plantilla. Cuando los procesados emprendieron la huida fueron sorprendidos por agentes de la Policía Local. Uno de los procesados trató de disparar a un agentes pero, según el fiscal, la pistola se encasquilló.
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