No todo el mundo se equivocó en Irak
"Pudimos habernos equivocado, como todo el mundo se equivoca, pero lo hicimos pensando sólo en el interés nacional y la paz mundial", dice el ministro portavoz del Gobierno, Eduardo Zaplana, para referirse a la participación de España en la guerra de Irak. Y tras decirlo se queda tan tranquilo, como si con esa declaración hubiese ofrecido una explicación moral de peso. Este hombre no sabe, ni quiere saber, que el fin no justifica los medios, o que el infierno está empedrado de buenas intenciones.
Pero el problema no es este hombre, sino lo que representan y dejan entrever sus explicaciones: el "interés nacional" como coartada que justifica una decisión ilegal e ilegítima. O sea, que si España saca provecho del apoyo estadounidense en sus roces con Marruecos, y fortalece su posición en Europa frente a Francia y Alemania, y consigue el pase de los Estados Unidos para las inversiones españolas en Latinoamérica, y ve facilitados los intercambios comerciales con EE UU, y de la Unión Europea, una vez ampliada, poco puede añadir a lo ya logrado, entonces la guerra de Irak tiene muchas papeletas para ser una buena opción.
Y si los informes secretos son tan secretos que aquí no los conocían y allí, en EE UU, los escribían comenzando por el final, entonces la "paz mundial" vuela por los aires como argumento moral.
No debemos jugar con estas cosas. Hay un problema de terrorismo internacional que puede hacer mucho daño en muchos lugares, pero si la respuesta a este problema es la guerra de Irak, apaga y vámonos. Lo vio todo el mundo que quiso mirar. No había pruebas suficientes para justificar una decisión absolutamente extrema como la guerra; o, al contrario, había indicios racionales de que la comunidad internacional disponía de otros medios de intervención legales, legítimos y eficaces frente a Sadam Husein, y por tanto, obligatorios, es decir, éticamente exigibles.
La intervención militar, la guerra preventiva, fue ilegal e ilegítima, y las razones que la justificaron, en cuanto al caso español, ahora se demuestra que eran las que suponíamos: un "interés nacional" impresentable, que juega sus cartas diplomáticas al mejor postor. Por favor, que no sigan en sus explicaciones por este camino, porque de este proceder sabemos mucho. ¿Cómo le estamos llamando a la barbarie justificada en la causa nacional? ¿No decimos que es terrorismo?
Pues, eso, a ver quién explica ahora lo que hemos hecho en Irak, habiendo otros caminos, y a ver quién carga a su conciencia y cuenta política las víctimas inocentes de esa guerra.- José Ignacio Calleja. Vitoria-Gasteiz.
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