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Reportaje:

El duro regreso desde el Sáhara

Los antiguos presos del Polisario en el desierto se quejan de su mísera existencia en Marruecos

Abdellah Lamani, de 50 años, vive en un cuartucho adyacente a los vestuarios del polideportivo Mohamed V en Casablanca, cobra mil dirhams (92 euros) al mes, no goza de la seguridad social y debe costearse las medicinas que necesita. Lamani ha permanecido 23 años en el sureste de Argelia, preso del Frente Polisario, que le capturó cerca del oasis de Tata, y nunca pensó que a su regreso a Marruecos, en septiembre pasado, viviría una existencia tan mísera.

Lamani, electricista de profesión, se hizo célebre en Marruecos, en junio pasado, cuando publicó un libro L'horreur (El horror), en el que cuenta su cautiverio en las cárceles del Sáhara argelino, cuyo manuscrito logró sacar a escondidas del penitenciario antes de su liberación. "Ahora creo que le falta un capítulo, uno de los más amargos, el de mi vuelta a mi país", explica en una cafetería.

El 1 de septiembre, el Comité Internacional de la Cruz Roja entregó en Agadir al Ejército marroquí a Lamani y a otros 242 prisioneros. Permaneció un mes en un cuartel y, como era un civil, tres semanas más en un hotel recuperándose. "Después me dieron 10.000 dirhams [920 euros] y si te he visto no me acuerdo", afirma. "Junto con dos marineros, también ex presos, fuimos a protestar a la Wilaya (Gobierno Civil) de Casablanca porque no podíamos vivir y, al final, logramos que nos alojaran en el polideportivo".

Lo sucedido a Lamani no es una excepción. Después de años de silencio afloran en la prensa marroquí los testimonios de civiles y militares que se lamentan de las pocas deferencias que tiene la patria con los que se dejaron sus mejores años luchando por ella. Entre 1975 y 1991 el Polisario hizo unos 2.400 prisioneros marroquíes, la mayoría han sido liberados, otros muchos han muerto durante su cautiverio y 614 permanecen en las cárceles saharianas aunque 100 están a punto de salir.

"Durante mi detención mi mujer cobraba 600 dirhams [55 euros] y ahora gano 1.800 [165 euros] y con eso tengo que dar de comer a mi familia, pagar el agua, la electricidad y las medicinas, que son muy caras", explicaba en Le Journal el cabo Mustafá Buih, que pasó 15 años en las mazmorras del movimiento independentista.

Para intentar ayudarse, para exigir sus derechos, Brahim Hajjam, huérfano de guerra, ha creado la Asociación Nacional de los Hijos de los Mártires y Desaparecidos en el Sáhara Marroquí. "Nuestras reivindicaciones parten de lo más básico", dice, "porque el Estado marroquí no reconoce la existencia de presos en las cárceles del enemigo".

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"La asociación pide primero", prosigue Hajjam, "una acogida humana en Agadir para los excarcelados; una indemnización para las familias de los fallecidos y desaparecidos en combate -que estimamos en unos 20.000 en 16 años- y para los ex prisioneros del enemigo; una ayuda psicológica y social a la reinserción y una jornada conmemorativa y un mausoleo dedicados a las víctimas de guerra".

Aún así, Hajjam prepara una iniciativa aún más embarazosa. Con la ayuda de abogados, se dispone a denunciar, en Marruecos y en Europa, por torturas a prisioneros a antiguos jefes saharauis que se han pasado al bando marroquí y desempeñan, a veces, puestos de reponsabilidad. El primero en la lista es, asegura, Omar el Hadrami, gobernador de Settat y ex jefe de la seguridad del Polisario. "Era el que decía cómo había que pegarnos", sostiene Lamani. Este corresponsal intentó, en vano, recabar una reacción del gobernador.

El Polisario proclama que más de 500 saharauis han desaparecido tras su detención por Marruecos.

Abdellah Lamani, ex preso marroquí del Polisario, la semana pasada, en Casablanca.
Abdellah Lamani, ex preso marroquí del Polisario, la semana pasada, en Casablanca.I. C.

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