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Así descubrí a Pablito

Hasta 1994 Argentina fue prestigiosa por sus títulos de adultos, pero no por su selección juvenil. Yo pensé que si había grandes jugadores adultos era porque algún día fueron niños con talento. Por esa razón, cuando asumí como responsable el mando de las selecciones juveniles, decidí no respetar la lógica que dice que basta con llamar por teléfono a los clubes profesionales porque son los que, supuestamente, ya han rastreado a los chicos por todas las regiones. Viajé yo mismo para elegirlos; y así llegué a Río Cuarto, una pequeña ciudad de la provincia de Córdoba donde se jugaba una Liga local. Allí, en el Estudiantes de Río Cuarto, vi a Pablito Aimar.

Estaba con otro técnico de la AFA, el actual seleccionador juvenil, Hugo Tocalli, al borde del campo, mirando los desplazamientos de aquel jugador que era el más pequeñito de todos. Parecía que flotaba. 'Es una gacelita', le dije a Hugo; 'va por el aire'. Pocas veces había visto un jugador tan joven con un fútbol tan vertical. Con cada gesto hacía un esfuerzo por llegar al gol. Tenía dos piernas como dos palillos. Pensamos: 'No va a haber pantalones de su talla, le van a sobrar por debajo de las rodillas'. Pero no importaba. Estábamos formando una selección Sub 17 y había que apostar por el futuro.

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Me acerqué a él y a un grupito de esos chicos y les dije: 'Hola, soy el seleccionador del equipo juvenil de Argentina. Me gustaría invitarlos a Buenos Aires a que participen en la selección'. Aimar fue el más reticente de todos. Me dijo: '¿Pero usted cree que yo puedo ir a la selección? Yo no soy tan bueno'.

Aimar tenía 14 años y le sucedía algo que también le había pasado a Redondo en Argentinos Juniros: no sabía si dedicarse al fútbol o estudiar. Cuando hablé con su padre para saber por qué tenía ese temor, cuando normalmente los chicos reaccionan al contrario, supe su historia. El padre de Aimar había sido un gran futbolista, muy conocido en la zona, pero que nunca había salido de la Liga regional. Había habido una resistencia a seguir un camino que pensaban que no era para ellos. Algunos chicos temen que como profesionales no podrán disfrutar del fútbol haciendo cosas como tirar caños. Pero su padre lo comprendió inmediatamente y Pablito se fue a vivir a Buenos Aires.

Aimar jugó el Mundial Sub 17 de Ecuador con 15 años y sin pertenecer a ningún club. Argentina terminó tercera y la FIFA resolvió darle el premio al mejor gol del torneo. Había sido una jugada de varias combinaciones y él había dado el último toque. Cuando le ofrecieron el premio dijo que no se lo podían dar porque el último toque no lo había dado él, sino que la pelota había pegado en un contrario: 'Fue gol en contra', decía. Los técnicos de la FIFA se quedaron tan asombrados que ahí mismo le dieron un premio al fair play.

José Pekerman fue jugador y entrenó a Argentinos Juniors durante tres temporadas, antes de ser seleccionador juvenil y director general de todas las selecciones de la AFA hasta 2002. Su último cargo fue el de director deportivo del Leganés.

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