"En media España no hubo guerra, sino represión"
El historiador Francisco Espinosa (Villafranca de los Barros, Badajoz, 1954) es un destacado especialista en la Guerra Civil y la represión. Residente en Sevilla, Espinosa ha publicado libros como La guerra civil en Huelva (1996), La justicia de Queipo (2000) y La columna de la muerte (2003). Espinosa participó el pasado miércoles en Sevilla en la sesión Historia y memoria, dentro de un programa de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA).
Pregunta. ¿En qué consistió su intervención en la UNIA?
Respuesta. El programa lo coordina Pedro G. Romero. Busca una recuperación de las imágenes y su relación con la memoria. Se llamó a tres historiadores. A mí me tocaron imágenes de Lenin. En concreto, la destrucción de imágenes de Lenin. Se trataba, de acuerdo con el planteamiento de Pedro G. Romero, de hacer una cosa sobre lo que representó Lenin en España. Cuando las tropas franquistas detenían a jornaleros en Andalucía y Badajoz, les preguntaban: "¿A dónde prefieres ir: a la Legión o a Rusia?". En 1936, los que contestaban que a Rusia iban derechos al paredón. A partir de 1917 Rusia se convirtió en la gran esperanza. Y para muchos fue la última palabra que escucharon camino del paredón. Ahí se acabó Rusia para ellos.
"Estamos en plena batalla de la propaganda sobre la Guerra Civil"
P. ¿Suele ser fiel la Historia a la memoria?
R. En el caso español el problema es que hubo una dictadura de 40 años en la que la memoria fue prohibida. El primer pacto de la transición fue seguir olvidando. El primer acuerdo fue la amnistía del franquismo. En los años ochenta se hizo una recuperación de la memoria a nivel individual ante el desinterés del Estado. A partir de 1996 y 1997 comenzó a cambiar esto con el homenaje a las Brigadas Internacionales y el recuerdo de las guerrillas y el exilio. Funciona primero la memoria: hay personas que hacen público lo que antes fue privado, la gente quiere saber... Esa eclosión de memoria se convirtió en Historia. A finales de los noventa confluyen memoria e Historia. En 1999, la publicación del libro Víctimas de la guerra civil, coordinado por Santos Juliá y con textos de Julián Casanova, Francisco Moreno, Josep M. Solé y Joan Villarroya, culmina el esfuerzo investigador de los años setenta y ochenta. El libro tuvo gran éxito. Se demostró que la gente estaba interesada por el tema. Faltaba un tercer escalón: que esa memoria e Historia acaben teniendo una fase de justicia, que se establezca una verdad jurídica que defina claramente lo que fue el franquismo, que se establezcan los derechos de sus víctimas, que les devuelvan lo que les quitaron... Son revisiones judiciales que no se han hecho nunca. Hay que decir claramente que el de Franco fue un golpe militar como los de Pinochet o Videla. En media España no hubo guerra, sino una represión absoluta. La memoria de la Guerra Civil tiene que convertirse en justicia.
P. ¿Por qué difieren tanto las versiones de los historiadores sobre la Guerra Civil?
R. Estamos en plena batalla de la propaganda sobre la Guerra Civil. Hasta finales de los años noventa existe más o menos cierta coherencia en los historiadores. La derecha académica en ese tema no se metía. La historiografía científica ofrecía paso a paso lo que fue el franquismo. Posteriormente, la derecha abandonó esa vía y buscó sus propios historiadores, que, en realidad, no son historiadores. Los libros de Pío Moa no son científicos. Sus libros son una mezcla de insultos y opiniones ante la que no hay posibilidad de respuesta científica.
P. Usted realizó una notable aportación sobre la Guerra Civil en Huelva.
R. Elegí Huelva porque tenía el atractivo de ser una provincia en la que no triunfó el golpe. Se mantuvo la legalidad republicana 11 días. El libro plantea que hay provincias donde la Guerra Civil no existió. En Huelva, Sevilla y Cádiz sólo hubo represión. El problema era investigar la represión. Las fuentes judiciales estaban destruidas. Había muchísimos problemas para acceder a los archivos militares y civiles. La idea que se tenía en Huelva era lo que el franquismo les transmitió: que la masa minera era un foco de rojerío y terror. Mi investigación sacó a relucir que en Huelva la violencia revolucionaria fue mínima. Sólo se produjo en seis de los 77 pueblos de la provincia. Hubo menos de 100 personas asesinadas. En cambio, la violencia fascista afectó a 74 pueblos. Documenté con nombres y apellidos algo más de 4.000 personas asesinadas por los franquistas en Huelva. Sin tener constancia de los nombres y apellidos, el número de asesinados pasaba de 4.000 a 5.500.
P. También ha investigado el papel de Queipo de Llano en Sevilla.
R. Es la leyenda de Queipo de Llano. Queipo se inventó que Sevilla se tomó en un gesto de audacia de él, tres amigos y 200 soldaditos. No fue así. Sevilla tenía una experiencia grande en golpes. Fue la única ciudad española en la que triunfó el golpe de Sanjurjo en 1932. José Cuesta Monereo, que estuvo en el golpe de 1932, fue quien organizó el golpe de 1936 en Sevilla y todo el ámbito andaluz.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.