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UN PAÍS DE CINE 2

'Juana la Loca', de Vicente Aranda

La historia de una extraordinaria pasión, en la colección de EL PAÍS

En 1948, la productora Cifesa estrenó Locura de amor, un melodrama histórico, dirigido por Juan de Orduña en el estilo enfático del cine de posguerra, sobre los celos de Juana de Castilla respecto a su marido, Felipe el Hermoso, celos que las intrigas cortesanas supieron aprovechar para apartar a la reina del poder. Aquella película de posguerra, con guión de Carlos Blanco inspirado en la obra teatral de Tamayo y Baus, lanzó al estrellato a la entonces desconocida Aurora Bautista, y descubrió la belleza de Sarita Montiel, que interpretaba a la meretriz mora. Obtuvo tal éxito aquella Locura de amor que en el cine español se plantearon desde entonces diversos intentos de realizar una nueva versión, libre de la censura de aquellos tiempos.

"Aranda hizo de ella una muchacha libre, apasionada y herida por el infortunio"

Cincuenta y tres años después, el productor Enrique Cerezo acordó con Vicente Aranda una nueva adaptación de la historia de esta reina, despojada de sus poderes bajo la acusación de locura. Coherente la elección de Aranda, ya que en sus películas "siempre ha tenido fijación por la pasión excesiva y absorbente, la inagotable sexualidad y la temible violencia que marcan sus señas de identidad, la decisión de jugarse todo en su nombre, y la tragedia en la que inevitablemente desemboca", en opinión de Carlos Boyero. Y así fue. Aranda "hizo añicos la idea de la hija y heredera de Isabel la Católica como mujer trastornada, casi demente; e hizo de ella, en su lugar, una muchacha libre, apasionada y herida por el infortunio, pero inteligente, lúcida, cuerda...", según Ángel Fernández-Santos. En palabras de Sergi Sánchez, "resulta admirable que una cinta histórica española se escape de los convencionalismos al uso para reivindicar la figura de una mujer que vivió su amor por un hombre sin temer las represalias de una sociedad castradora".

Es decir, que Juana la Loca recibió el aplauso de los críticos y se convirtió en uno de los éxitos de taquilla de 2001, obteniendo tres premios Goya (mejor vestuario, Javier Artiñano; mejor peluquería y maquillaje, Miguel Sesé y Mercedes Guillot, y mejor actriz, Pilar López de Ayala), siendo, además, la candidata española a los Oscar de Hollywood de aquel año.

Entre todos los premios, los más celebrados fueron los recibidos por Pilar López de Ayala, mejor actriz para el jurado de San Sebastián, presidido por Claude Chabrol; el premio del Círculo de Escritores Cinematográficos y el de la revista Fotogramas, entre otros, ya que "no cabe mayor alabanza de una película que decir de ella que hizo nacer a una estrella", en opinión de Fernández-Santos: "Hay desequilibrios en Juana la

Loca, hay instantes y personajes altos e instantes y o personajes bajos, pero la cumbre de la prodigiosa composición, conducida por Aranda, de Pilar López de Ayala llena casi todas las imágenes del filme y, por la fuerza de su contagio, las eleva y hace de ellas gran cine enérgico, inteligente y con desgarro, emocionante, cautivador, lleno de ecos de acuerdo con la vieja y hermosa tradición no escrita que hizo de la figura de esta pobre muchacha reina una delicada y secreta leyenda de libertad".

La admiración por el trabajo de la joven López de Ayala fue compartida por los críticos italianos, que, sin embargo, se mostraron irónicos con el trabajo de sus compatriotas, obligados en el reparto por los acuerdos de coproducción con Italia. Un ejemplo, el de Miriam Tola en Cinemazip, que decía: "Daniele Liotti es el consorte Felipe, el macho salvaje de músculos y hormonas, quizás valioso por el miembro viril que deja intuir en una de las escenas más ridículamente 'calientes' de la película, pero cuya interpretación no es memorable. Por no hablar de Manuela Arcuri, sueño erótico de los italianos, en el papel de meretriz satánica que ama al rey. Se salva, aunque poco, el experto Giuliano Gemma. Una pena, porque Aranda ha perdido una óptima ocasión para rendir justicia a una mujer que no dudó en desafiar la rígida moral de su época".

Respecto a las secuencias de sexo, Francisco Marinero en El Mundo opinaba lo contrario, destacando "el perfecto tratamiento de las escenas sexuales y, en general, de aquellas en las que Juana es pura acción (un parto imprevisto se encuentra entre las mejores)". Todo ello "hace creíble al personaje, y lo que parecería un estorbo a la pasión, el carácter historicista de la película, se revela como la mejor arma de ésta: una reina que pierde la compostura de tal manera y se la hace perder al rey, sólo puede estar loca, ya sea de amor o de celos".

Vicente Aranda es "un iceberg con fuego en su interior", escribió en su día José Luis Guarner, definición que le gusta al director: "La imagen del iceberg me parece muy atractiva. Creo que la frialdad y la pasión no tienen por qué ser contradictorias. Tengo tendencia a intentar saber por qué queremos ser otro, qué es lo que nos ocurre para que siempre queramos ser otro... Con respecto a Juana, me interesó el apasionamiento del personaje, pero también su contradicción, ya que en su caso no es ella la que quiere ser otro, sino que quiere que los demás sean otros, que sean distintos a quienes son. He hecho una introspección sobre este personaje de características universales, dejando el tratamiento histórico más de fondo. Mi interés ha estado en la pasión de Juana, una mujer que, si hubiera vivido fuera de España, habría sido considerada como una figura excepcional".

Pilar López de Ayala y Rosana Pastor, en <i>Juana la Loca,</i> de Vicente Aranda.
Pilar López de Ayala y Rosana Pastor, en Juana la Loca, de Vicente Aranda.
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