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Reportaje:

Blair crea un FBI "sin piedad"

El Reino Unido estrena una agencia especial contra el crimen organizado

Tony Blair avisó ayer a los gánsteres de medio mundo: el FBI británico luchará "sin piedad" contra el crimen organizado en el Reino Unido. Ese FBI a la británica se llamará SOCA, las siglas en inglés de Agencia contra el Gran Crimen Organizado (Serious Organised Crime Agency). La creación de la agencia fue anunciada ayer por el ministro del Interior, David Blunkett. La SOCA nace con la voluntad de convertirse en una especie de FBI, pero a diferencia de éste no se ocupará ni de la lucha contra el terrorismo ni de la investigación de asesinatos.

Los mal pensados dicen que la creación de la SOCA no es más que la precipitada respuesta del Gobierno a varios fracasos que en los últimos meses han puesto en evidencia la descoordinación entre las distintas fuerzas que luchan contra el crimen. La nueva agencia, que probablemente empezará a funcionar en 2006, contará con 5.000 agentes y personal auxiliar para luchar en particular contra el tráfico de drogas, el contrabando, los secuestros y el fraude. Es una cifra importante si se compara con los 11.000 agentes y 16.000 trabajadores auxiliares del FBI para todo Estados Unidos.

5.000 agentes lucharán contra el tráfico de drogas, los secuestros y la inmigración ilegal
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La agencia británica será la resultante de la fusión del Escuadrón Nacional contra el Crimen, el Servicio Nacional de Inteligencia Criminal y los servicios de investigación de que disponen ahora el Servicio de Aduanas y el Ministerio del Interior.

Varias fuerzas policiales dieron ayer su bienvenida al proyecto, aunque existe también el temor de que la SOCA acabe absorbiendo a los mejores agentes de la policía local. La creación de la agencia supondrá la mayor reforma de los servicios policiales británicos desde que en 1964 el país fue dividido en 43 regiones policiales distintas. Esas regiones se mantienen, pero la investigación del crimen organizado se basará en la nueva agencia, que tendrá su sede en Londres pero con potestad para actuar en todo el Reino Unido, incluidas Irlanda del Norte y Escocia.

Tony Blair dio ayer su bienvenida a la SOCA lanzando un agresivo aviso a los criminales: "No podemos derrotar al crimen organizado si sólo trabajamos como lo hacíamos hace 15 o 20 años. Tenemos que ser duros, eficientes y, si hace falta, sin piedad". Se estima que el crimen organizado obtiene unos beneficios equivalentes a 60.000 millones de euros anuales en el Reino Unido.

La SOCA será también responsable de la lucha contra la inmigración ilegal y el tráfico de seres humanos, un asunto especialmente sensible en un país que la semana pasada fue golpeado por la trágica muerte de 19 marisqueros chinos y que hace menos de cuatro años se conmovió hasta los tuétanos al descubrirse los cadáveres de otros 58 inmigrantes chinos que murieron asfixiados en el interior del camión que les introducía ilegalmente en el Reino Unido.

"El crimen organizado gana millones con la miseria humana, traficando con drogas y gente", denunció ayer David Blunkett, siempre encantado de lanzar un mensaje de dureza desde su responsabilidad de ministro del Interior.

Al ministro más duro del laborismo le encantaría que el primer responsable de la SOCA fuera el norteamericano Bill Bratton, gran defensor de la política de tolerancia cero cuando era jefe de la Policía de Nueva York. Blunkett cambió la ley el año pasado para permitir así que determinados altos cargos policiales puedan ser ocupados por extranjeros. Otro norteamericano, Paul Evans, ex jefe de la Policía de Boston, es ahora el responsable de la Unidad Normativa de la Policía, en el Ministerio del Interior. Como en muchas otras cosas, al Nuevo Laborismo parece tirarle más América que Europa en la lucha contra el crimen.

Tony Blair (segundo por la izquierda) y el ministro del Interior británico, David Blunkett (tercero por la izquierda, guiado por un perro lazarillo), junto a otros dos mandos policiales, ayer en Londres.
Tony Blair (segundo por la izquierda) y el ministro del Interior británico, David Blunkett (tercero por la izquierda, guiado por un perro lazarillo), junto a otros dos mandos policiales, ayer en Londres.EFE

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