Los otros cónsules
Los alumnos extranjeros del IES Los Manantiales en Torremolinos velan por la integración de sus compatriotas
Emmanuel Molinas lleva dos años en Torremolinos (Málaga). Este estudiante de bachillerato de 17 años es uno de los miles de argentinos a los que la crisis económica ha empujado a cruzar el Atlántico. Asegura que apenas le ha costado adaptarse a su nueva vida. Le ha ayudado el compartir idioma y raíces culturales. Emmanuel se sabe un tipo con suerte porque su aterrizaje en un instituto nuevo no fue lo traumático que ha sido para muchos de sus compañeros, a los que el idioma y las diferencias socio-culturales les supusieron un problema.
Para combatir los obstáculos con los que encontraban los alumnos inmigrantes que llegaban al centro, los profesores del instituto Los Manantiales de Torremolinos idearon una iniciativa que en su primer año de vida ha dado buenos resultados: el alumno-cónsul.
"La palabra es el mejor vehículo para lograr el entendimiento entre los pueblos"
Los Manantiales es un reflejo del municipio donde se encuentra, Torremolinos, una auténtica torre de Babel del siglo XXI. En este centro público conviven más de 1.000 alumnos de 35 nacionalidades, diversidad multicultural que puede generar problemas por el alto grado de desconocimiento que la sociedad, en general, tiene de otras culturas. Y esto es precisamente lo que el claustro de profesores decidió atajar con la creación de la figura del alumno-cónsul.
Cada curso se nombra a un cónsul por cada nacionalidad presente en el centro. Su misión es acoger al estudiante recién llegado y servirle de intérprete y apoyo en sus primeros pasos en el instituto. Al verse arropado por alguien que comparte su idioma y costumbres el choque inicial disminuye, posibilitando que su integración sea más rápida y sin agobios añadidos. Aparte de la ayuda en la comunicación, el cónsul realiza otra labor: introducir a los novatos en las ya establecidas pandillas de alumnos y ayudarles a adquirir un sentido de pertenencia a un grupo. Algo vital en plena adolescencia y más cuando uno se siente un bicho raro.
"Lo único que me costó al principio fue hacerme con algunas expresiones, pero tardé poco en aprenderlas", explica Emmanuel. "Claro que le costó poco, porque el argentino es el grupo más homogéneo que tenemos ahora en el instituto. Son una piña, dentro y fuera del centro", tercia Rosa Hernández, vicedirectora de Los Manantiales. "Es que oyes el acento y te tira", apostilla sonriente Emmanuel.
Más trabajo tiene Najlae Labboua, la cónsul marroquí. Najlae lleva 13 de sus 16 años en Torremolinos y cuatro de ellos en este instituto. Su consulado es el que más ajetreo registra dada la cantidad de alumnos de origen marroquí que estudia en este centro, la segunda nacionalidad en número tras la española. Viendo el desparpajo con el que se desenvuelve y lo en serio que se toma su función no sería de extrañar que a Najlae la nombrasen cónsul vitalicia de Marruecos.
"El principal problema es el idioma. Aparte de que llegan sin saber hablar casi el español, muchos de mis compatriotas emplean dialectos, lo que a mi me complica algo mi tarea", explica Najlae, cuya lengua materna es el bereber. "Al principio les cuesta integrarse, pero al final el tenernos al lado les facilita las cosas", afirma.
"Nuestro principal problema cuando llegamos era el idioma, porque el chino es muy diferente al español", explican Huiyi Ji y Peipei Zhou, ambas de 15 años y que llevan ya tres cursos en el centro en el que estudian ocho de sus compatriotas.
Menos trabajo, aunque la misma responsabilidad, tienen Johanna Correa y Edwana Jhonson, la única alumna de Liberia. Johanna tiene 14 años y llegó de Uruguay el año pasado. Ha sido elegida para representar a sus cuatro compatriotas matriculados. "No tenemos el problema del idioma. Además somos más despegados que los argentinos y nos juntamos con gente de todo tipo", explica.
Y es que durante este curso, los cónsules y sus representados tienen que escribir un cuento con sus experiencias, primero en su idioma materno y, después, traducido al español. El libro irá pasando de una nacionalidad a otra, que habrá de continuar la trama de la historia. "El objetivo de este taller de escritura es fomentar la solidaridad; enseñarles que todos somos diferentes, pero iguales y que la palabra es el mejor vehículo para lograr el entendimiento entre los pueblos", explica la vicedirectora.
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