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Reportaje:

Muerte a los personajes

Fajardo muestra en una exposición en Pamplona sus últimos seres furtivos

"He tomado la decisión de no pintar más personajes. El último lo he pintado muerto, con los ojos cerrados. Todos los personajes que tenía dentro están ya liberados. He decidido no pintarlos más, o quizá no pintar más..." Las palabras de José Luis Fajardo (La Laguna, 1941) sorprendieron en Pamplona, en la inauguración de la exposición en la que presenta sus últimas composiciones pictóricas (2001-2003), un total de 19 grandes telas en las que explora la sima entre la mirada y el rostro.

De momento, y hasta el 14 de marzo, la sala García Castañón de la capital navarra atrapa el juego metafísico e intelectual de las miradas de este pintor sin modas que ha poblado de seres espectrales sus cuadros, de figuras furtivas que no te dejan solo hasta que no desvías los ojos, y aún así sigues teniéndolos en el recuerdo.

Fajardo es un artista raro. Uno de los pocos que heredó el expresionismo abstracto y la influencia del grupo de El Paso. Tuvo especial contacto con el surrealismo y añadió a su bagaje amplios componentes culturales, producto de su compromiso con una libertad creciente. Llevaba años dando salida a un fantasmagórico conjunto de rostros apenas esbozados; retratos masculinos sobre un fondo indefinido de carácter abstracto, con bocas inexistentes, borradas con trazos caligráficos. Los suyos son personajes abocetados, con cierta temporalidad histórica y aire barroco, cuya imposibilidad de hablar refuerza el silencio y la soledad que comunican las obras.

Cada tela va acompañada, por vez primera en la historia del trabajo de Fajardo, de breves textos escritos por el artista. "Me gusta mucho escribir. Lo hago cada día. Son pensamientos, reflexiones", indicó el autor, "que he añadido sin relación alguna con el cuadro, en el juego de atrapar al espectador unos minutos más, de hacerlo prisionero".

La exposición de Pamplona, comisariada por Fernando Francés, director del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, adquiere, por el cambio que se avecina, un valor añadido de homenaje a la pintura que Fajardo admira: Goya, la escuela flamenca o el Renacimiento. "Sería tramposo por mi parte seguir pintando personajes. Están todos fuera", manifestó este artista que tiene obra en el Reina Sofía, la Biblioteca Nacional, los museos de arte contemporáneo de Buenos Aires, Caracas y Bogota o la colección Chase Manhattan Bank, de Nueva York. Los seres que muestra en Pamplona han escamoteado el cuerpo mismo a lo volumétrico y tangible.

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