El metro más vulnerable del mundo

El metro de Moscú, el llamado "palacio subterráneo", inaugurado en 1935, es el primero del mundo por su densidad en número de pasajeros y, por tanto, es también el más vulnerable a un acto terrorista.

El número de viajeros que transporta cada año (3.241.500.000 personas) equivale a la mitad de la población del globo. En cambio, por la longitud de su tendido subterráneo (165 estaciones y 270 kilómetros) está por detrás de los de Nueva York, Londres, París y Tokio.

La línea radial donde sucedió el atentado de ayer, conocida como la línea verde, cruza la ciudad en diagonal de noroeste a sureste y, por su número de pasajeros, es la tercera de las 11 existentes en la red. Cerca de 1,2 millones de personas la utilizan cada día.

El metro de Moscú comenzó a construirse en plena época estalinista como un homenaje al proletariado. El metro moscovita, con sus bellas y variadas estaciones, está hoy explotado muy por encima de sus posibilidades.

El deterioro de sus recursos y la falta de las inversiones de las que se han beneficiado otros objetos representativos de la capital son preocupantes.

Las enormes aglomeraciones de las horas punta se extienden en ocasiones desde la calle hasta los andenes. Vagones atestados, escaleras mecánicas incapaces de absorber las multitudes de viajeros cargadas con bultos y fardos, comprimidas cada pocos minutos por nuevas y nuevas oleadas de pasajeros, son una agobiante cotidianidad para los ciudadanos de una metrópoli de más de 10 millones de habitantes, congestionada además por el tráfico de superficie.

Los responsables del metro calculan que necesitan 100 kilómetros más de recorrido para normalizar la situación. En caso de accidente o atentado, el peligro aumenta debido a la profundidad de muchas de las estaciones, concebidas como refugio subterráneo y que dieron cobijo y seguridad a millones de personas durante la II Guerra Mundial.