Los novillos nos amargan la tarde
Qué buen tiempo hacía ayer tarde en Valdemorillo, de tibia primavera temprana, y cuán deslucida salió la novillada de Nazario Ibáñez. Lo digo porque en tarde tan dulce apetece ver un festejo cabal, ése en el que la casta brava rebosa y llena de emoción y felicidad el corazón aficionado.
Pero no pudo ser así por culpa de los mansos novillos, ante los que la terna estuvo valiente y locuaz, muy por encima de unos utreros que dieron mal juego y blandearon cuanto quisieron.
Caro Gil, asentado y muy seguro en su primero, saludó de capote con suaves veróni-cas, realizó un quite por chicuelinas y tafalleras de temple depurado, y planteó una faena de muleta larga, en la que buscó siempre la ligazón, que encontró en muchos momentos y supo aprovechar con notas apreciables de buen gusto. En su segundo derrochó ganas, técnica y tesón, y aunque pasó de faena al mansurrón, salió victorioso con sobrada torería.
Ibáñez / Cruz, Gil, Ayuso
Novillos de Nazario Ibáñez, desigualmente presentados, deslucidos; 1º sobrero del mismo hierro. Fernando Cruz: aviso y silencio; silencio. Caro Gil: aviso y silencio; oreja. Rafael Ayuso: aviso y ovación; aviso y silencio.Plaza de Valdemorillo, 6 de febrero. Dos tercios de entrada.
Fernando Cruz se fajó sin brillo, pero con eficacia, en dos faenas meritorias y pensadas. Así como Rafael Ayuso lució buen corte y templanza en su primero, de blandas intenciones, al que toreó al natural a base de reposo, paciencia y toques de clase. En el sexto, cubrió el expediente torero con voluntad y buen criterio.
Babelia
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