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Columna
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El Portavoz

¡Qué labia! ¡Qué soltura! ¡Qué facilidad de palabra para embaucar a los periodistas más preguntones e impertinentes! No cabe duda de que el presidente Aznar sabía muy bien lo que se hacía al nombrarle ministro-portavoz del Gobierno. Nadie, entre los miembros del Gabinete, podía superarle a la hora de salir a dar la cara para tapar las vergüenzas del jefe. Como escribí en otra ocasión, éste portavoz, con su verborrea, es capaz de venderle la Cibeles al arquitecto municipal del Ayuntamiento de Madrid. Pedía la oposición la comparecencia en el Congreso de Aznar para explicar aquello de las armas de destrucción masiva que, según afirmó en su momento, poseía Sadam Husein, lo que justificaba la participación de España en la guerra contra Irak. "Créanme cuando les digo que esas armas existen", suplicaba Aznar a los ciudadanos españoles en una entrevista por TVE. Luego ha resultado que las armas no han aparecido por ninguna parte. Salió el portavoz y, sin inmutarse, declaró que Aznar nunca dijo eso y que se basó en los informes de las Naciones Unidas para entrar en la guerra. También declaró no tener constancia de que nadie en el Gobierno, ni el propio Aznar, conociese ningún informe del CNI sobre la entrevista Carod-Rovira-ETA. Por lo tanto no se pudo filtrar la noticia al ABC. ¡Y eso que lo primero que dijo a los periodistas, el día que compareció por primera vez como portavoz fue esto: "Yo no les voy a mentir nunca"! ¡Es genial! No hace mucho, entrevistado en la cadena COPE, le pidió el periodista su opinión sobre la denuncia por parte del PSOE contra la parcialidad y el partidismo de TVE. La respuesta fue: "¿Pero es que olvidan lo que hacen ellos en Andalucía con Canal Sur?". ¡Bingo! ¡Ahí les pilló! ¡Sí señor! Sólo le faltó añadir esto: "¿Por qué no toman ejemplo de lo que yo he hecho con Canal 9 mientras presidí la Generalitat? Ahí tienen un modelo de televisión que respeta la pluralidad, nada partidista, imparcial, y en la que dejé (y sigo dejando) trabajar a sus profesionales con libertad, sin interferirme en su labor. Como político liberal que soy me caería la cara de vergüenza si hiciese tal cosa". Pero no quiso ponerse como ejemplo. Y es que la modestia le puede.

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