Un bienintencionado disparate

Se supone que ha sido pensado como un filme para niños, para criaturas tan poco exigentes que sean capaces de disculpar atrocidades como la mezcla de animación e imagen real que el filme presenta. Se supone, igualmente, el fruto de una colaboración transoceánica que debería sumar esfuerzos, jamás restarlos.

Actores veteranos

Pero lo cierto es que ni el bueno de Álvarez Novoa (una especie de Chanquete con loro parlanchín), ni la fotografía de Federico Ribes, ni la presencia de actores veteranos con muchas batallas a sus espaldas es capaz de superar la estulticia de la propuesta.

Cierto, no faltan las buenas intenciones, ni el mensaje ecologista (un poco gastado tras las reiteraciones constantes que de él se hacen a lo largo del filme), ni las evoluciones marinas de delfines y orcas (al fin y al cabo, la película está parcialmente financiada por un parque acuático: es algo así como un macro spot publicitario). Pero sobra casi todo lo demás..., es decir, virtualmente toda la película.