Gesto integrador
Cuando acostumbras a la gente que te rodea a hacer bien tu trabajo y a que todo lo que dependa de ti esté a punto, parece que ese actuar pasa a formar parte de la normalidad más absoluta y por lo tanto ya no es digno de atención y de agradecimiento. Pues bien, creo que Gesto por la Paz lo sigue haciendo bien, y ya van muchos años. Esta vez ha logrado que detrás de una misma pancarta, sin atentados de por medio, se vieran representados todos los partidos, algo que por desgracia hace mucho que no pasa en este país. Ese gesto aglutinador, silencioso y llamativo, es digno de agradecer por lo que significa para los que echamos en falta racionalidad y radicalidad frente a la violencia.
Más de uno me achacará que por mal camino vamos si la solución pasa por la mezcla de la racionalidad con la radicalidad. Pero la radicalidad en las ideas no tiene porqué trasladarse a la forma de defenderlas. La radicalidad es ir a la raíz, es quitar todo lo circunstancial a un problema y adentrarse en él con el ansia de buscar una solución. El gesto del sábado, esa manifestación silenciosa en torno a la paz, la convivencia y la pluralidad, es un ejemplo de radicalidad y de racionalidad ante el problema de la violencia.
Ese mismo día el colectivo ¡Basta Ya! iniciaba una particular travesía, en un autobús con plazas limitadas y enarbolando la bandera de la verdad absoluta y centrándose en lo circunstancial, en planes y planos (de televisión), en documentales y directores... en todo, menos en lo que nos une, el rechazo sin paliativos a la violencia, que no es mucho, pero que todavía es capaz de unirnos en gestos como el del sábado, gestos sin plazas limitadas y donde quepamos todos.
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