El Espanyol negoció con más de 30 jugadores en el mercado de inverno

El Espanyol echó a Javier Clemente y apostó por Luis Fernández como reactivo. Lo primero que hizo el francés fue pedir tres refuerzos: un defensa central, un delantero y un extremo izquierdo. "A Pochettino sólo hubo que llamarle. Es de la casa", dice Sánchez Llibre, el presidente. El resto no fue tan fácil: a Raducanu, el ariete, lo pescaron en Rumania la pasada semana. Afortunadamente, su cuñada vive en Barcelona. "Eso nos ayudó mucho", dijo el dirigente tras lamentar dias antes: "Nadie quiere venir. No es fácil convencer a los jugadores".

Calcula Joan Collet, responsable del área deportiva del club, que, "oficialmente", hizo gestiones con más de 30 jugadores, "pero he leído y escuchado casi 80 nombres". Desde Rivaldo hasta Hadji, marroquí, de 32 años, cedido por el Aston Villa en una operación cerrada el lunes, después de que fracasara la opción de Amavisca, en Montjuïc las han pasado canutas. Trabajaban condicionados, según explica Collet, "por el mercado, que no es el de primavera, una economía que no es la del Arsenal, nuestra clasificación, y la impresentable actitud de muchos intermediarios", harto de según qué comportamientos -"vergonzosos, propios de gangsters", dice Sánchez Llibre- que lo han complicado todo. Incluso han roto en Montjuïc el acuerdo de colaboración que tenían con la Juve porque el uruguayo Zalayeta, que estaba atado, acabó en el Peruggia: "Nos vendieron por un plato de lentejas".

A todo esto, singular como pocos clubes, el Espanyol ha cambiado tres veces de secretario técnico en la campaña. La empezó Sergio Morgado, que fue cesado después de echar a Clemente. Sánchez Llibre confió después en Miguel Corominas que, para empezar, se fue a Brasil y volvió sorprendiendo: "Me ha decepcionado ese fútbol", dijo. Llegó a presentar su dimisión y entonces apareció Cristóbal, ex jugador del club, que volvió de París como ayudante de Fernández y ahora trabaja con corbata.

Al final, en un río revuelto, pescó el Espanyol tres refuerzos y hoy presenta al último. "Espero que sirva de algo", explicaba anoche, exhausto, Collet.