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El museo Gustavo de Maeztu rinde homenaje al surrealismo español

La pinacoteca de Estella exhibe obras de Dalí, Miró o Palencia

El centenario del nacimiento de Salvador Dalí (1904-1989) ha disparado el interés por el surrealismo. A este homenaje se ha sumado el museo Gustavo de Maeztu de Estella con una exposición monográfica en la que, además de obras del genio catalán, se exhiben 32 obras pictóricas de 24 destacados artistas pertenecientes o vinculados al movimiento. La muestra permanecerá en la pinacoteca hasta finales de este mes.

Se trata de una producción propia articulada sobre la cesión de cuadros de colecciones particulares y fundaciones, que sólo podrá verse en la ciudad navarra. Dalí es el principal reclamo que ha llenado estos días el Gustavo de Maeztu de un público interesado en conocer la amplitud de escuelas que en España profesaron en las primeras décadas del siglo XX el movimiento conceptual fundado por André Breton. Dos de los cuadros del artista de Figueras -Bailarina y torero, gouache sobre cartulina, y el óleo El bautismo, pertenecientes a una colección privada-, forman parte de una muestra mucho más amplia. En ella se reúnen autores esenciales y una selección representativa de las escuelas catalana, aragonesa o madrileña, con Javier Ciria, Ángels Planells (La cabina dels somnis) o Benjamín Palencia.

Gregorio Díaz Ereño, director del museo Gustavo de Maeztu, recuerda la definición básica dada por Breton a un movimiento amplísimo que tuvo en la pintura uno de sus hitos fundamentales: "Dictado del pensamiento, en ausencia de cualquier control ejercido por la razón, al margen de toda preocupación estética o moral".

La pinacoteca navarra logra reflejar con acierto los variados procedimientos plásticos utilizados por los surrealistas, y ha reunido algunos grandes nombres del movimiento, además de Dalí. Joan Miro está representado por el cuadro La naissance de l'arc en ciel dans la nuit, y del poeta Federico García Lorca se exhiben dos sublimes tintas chinas sobre papel, Rostro con flechas (1935-36) y Las manos cortadas (1935-36).

Junto a estas obras se exponen otras de Benjamín Palencia (Composición, 1933), Alfonso Buñuel (Collage, 1943), Adriano del Valle (Collage, 1929-31), Maruja Mallo (Almendra y pera), Eugenio Granell (Las lunas son siempre distintas, 1962). Muchas de ellas suman a su calidad el valor añadido de su escasa presencia pública, al pertenecer a colecciones particulares.

La selección incluye obras de José Luis González, José Caballero, Nicolás de Lecuona o Joan Massanet, y recupera tres cuadros de Remedios Varo, una pintora menos conocida pero de indudable valía. En todas las obras expuestas se aprecia la interpretación fantástica de una realidad poblada de visiones fuera de contexto, con depuradas técnicas de dibujo y pintura y un resultado sorprendente y provocador que constituyó una de las escuelas espirituales más importantes del siglo XX.

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