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Entrevista:JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ SOUSA | PRESIDENTE DE ZELTIA

"Estamos en el peor momento pero con un gran potencial"

La empresa biotecnológica trata de superar el rechazo europeo a su producto 'estrella'

A José María Fernández Sousa Faro, presidente de Zeltia, le quedan al menos tres años antes de que la filial Pharmamar, la niña de sus ojos, empiece a producir ingresos por la comercialización de sus fármacos de origen marino. Ésa es la principal consecuencia del rechazo de la Agencia Europea del Medicamento al compuesto Yondelis. Fernández está desengañado con el sistema de registro de los medicamentos en Europa, pero no se desanima. Lleva casi 18 años intentando sacar adelante la primera empresa biotecnológica española y ahora dirige sus objetivos hacia la aprobación de Yondelis en Estados Unidos. Catedrático de Bioquímica, Fernández Sousa Faro admite que Zeltia es ahora más vulnerable a posibles ofertas de compra hostiles, pero cree que el que quiera controlar la compañía deberá pagar un alto precio.

"Ha habido algunas conversaciones para ceder la licencia de algunos de nuestros productos en fase clínica más avanzada"
"La investigación en España necesita más financiación. Ésa es la clave. Luego ya se verá a qué investigación se dedica el dinero"
"Algo no funciona cuando un producto que es eficaz contra el cáncer, aunque sea en un número limitado de pacientes, se rechaza"
"Con una oferta de siete u ocho euros no creo que nadie pueda controlar Zeltia, pero todo tiene un precio en esta vida"

Pregunta. ¿Recomendaría a un amigo que invirtiera en Zeltia para garantizarse una buena jubilación?

Respuesta. Yo no puedo aconsejar sobre invertir o no en un valor, ni tampoco en Zeltia, porque hay muchos factores que pueden afectar a su cotización. Lo que sí puedo decir es que éste es probablemente el momento empresarial más bajo de Zeltia de los últimos cinco años, pero que al mismo tiempo su recorrido potencial es muy bueno y que, por tanto, para los inversores tiene un horizonte positivo.

P. Han pasado más de dos meses desde que la Agencia Europea del Medicamento rechazó el registro de Yondelis, y supongo que en todo ese tiempo le habrá dado muchas vueltas a la decisión. ¿Ha encontrado alguna explicación?

R. No, es una decisión que no comprendo. No entiendo cómo se puede negar la aprobación de un producto que combate una enfermedad como el sarcoma de tejidos blandos, por la que mueren 4.000 europeos cada año y que ha demostrado su eficacia en un número significativo de casos, que suponen el 22% del total. Ni siquiera conceden el beneficio de la duda con una prueba condicionada.

P. ¿Qué piensa de los rumores que relacionan el rechazo de Yondelis con los intereses de algunas grandes multinacionales farmacéuticas, a las que su comercialización podría perjudicar?

R. Yo eso no lo puedo descartar, pero además se me ocurre algún otro factor para explicar la decisión de la Agencia Europea del Medicamento. Yo creo que hubo mucha política y mucho cálculo económico en esa votación. En particular, algunos países que votaron en contra, como Finlandia, piensan que fármacos caros y que no benefician a la mayoría de los pacientes, como ocurre en el caso de Yondelis, no deben ser aprobados. Yo no entiendo ese razonamiento. La Agencia lo que debe decidir es si un producto funciona o no, y luego la Seguridad Social de cada país ya verá si lo costea o no. Yo creo que el factor económico ha influido en el rechazo.

P. ¿Todo eso significa que el sistema de registro y autorización de medicamentos está mal montado?

R. Algo no debe funcionar cuando un producto que es eficaz contra el cáncer, aunque sea en un número limitado de pacientes, se rechaza.

P. ¿Hasta qué punto el rechazo de Yondelis es un golpe duro para la Zeltia?

R. Lo que ha pasado con Yondelis es que nosotros optamos por intentar en Europa un registro rápido del fármaco para combatir el sarcoma de tejidos blandos. Esa opción no nos ha funcionado, pero la estrategia general de la compañía sigue siendo la misma. Para convertir la compañía en un negocio farmacéutico con muchos ingresos debemos registrar medicamentos contra los cánceres más extendidos (ovarios, mama, etcétera). Y para eso tenemos que hacer estudios de fase tres, es decir, más amplios que los que hemos hecho con Yondelis para el sarcoma de tejido blando, de tal forma que necesitamos tres años o tres años y medio para conseguir nuestros objetivos. Para Zeltia, el rechazo de la Agencia Europea del Medicamento tiene por tanto un impacto más de imagen que de relevancia económica.

P. A los inversores les asusta Zeltia por su alta volatilidad.

R. Claro, pero eso es porque en España no hay referencias similares. En Estados Unidos, donde hay 300 valores de biotecnología, la volatilidad es parecida. Si Zeltia cotizara en el Nasdaq, el valor se comportaría igual que ahora pero quizá provocaría menos recelos porque hay muchas empresas biotecnológicas que tienen un recorrido similar.

P. ¿Y por qué Pharmamar no ha salido a cotizar en el Nasdaq?

R. Pues porque el inversor americano invierte con preferencia en empresas de su territorio. También en España hay inversores que no tendrían acciones en Zeltia si no estuviera cotizando aquí. Así que estamos bien donde estamos.

P. Entre esos inversores españoles figura Rosalía Mera, ex esposa de Amancio Ortega. ¿Cuáles son sus relaciones con ella?

R. Son buenas. Está en la compañía porque además del proyecto empresarial Pharmamar tiene una dimensión humana que a ella le importa mucho, como es la búsqueda de medicamentos para combatir una enfermedad terrible.

P. Zeltia surgió a finales de los años treinta en el seno del grupo empresarial creado por su padre, junto a Transfesa, y posteriormente, Pescanova. Pero ahora el grupo familiar está disgregado. ¿Por qué?

R. Sí, mi padre era una persona muy inquieta y como tenía negocios ganaderos intentó aprovechar las vísceras de las reses en los mataderos para extraer insulina y extractos hepáticos, y de ahí nació Zeltia. También creó Transfesa para trasladar el ganado por ferrocarril. El caso de Pescanova es distinto y surge de la idea de que en el hemisferio sur había más merluza y podía traerse congelada. El grupo evolucionó después y mi hermano Manuel y yo teníamos participaciones en Zeltia y en Pescanova, pero luego nos especializamos, deshicimos las participaciones cruzadas y cada uno siguió su camino.

P. ¿Y qué ventajas e inconvenientes tiene ser hijo del jefe?

R. La verdad es que nunca he ejercido como tal. Yo estuve 14 años en la Universidad y cuando conseguí la cátedra de Bioquímica me fui al mundo de la empresa y entré en Antibióticos, donde mi padre tenía a través de Zeltia el 20% de la sociedad, pero no era el jefe. En Antibióticos estuve, además, porque la compañía necesitaba poner en marcha un equipo de investigación. Luego, cuando Mario Conde vende Antibióticos, yo me marcho de allí, y a los pocos meses, en 1986, mi padre fallece y tengo que hacerme cargo de Zeltia. O sea, que nunca he tenido tiempo ni oportunidad de ejercer de hijo del jefe.

P. Hablemos del futuro de Zeltia tras el rechazo del Yondelis. ¿Cuánto dinero queda en la caja y cuánto tiempo se puede resistir sin registrar un fármaco?

R. Tenemos unos cien millones de euros, lo cual debe ser suficiente para aguantar dos años, y necesitamos ingresos adicionales para resistir otro año más. Ese dinero adicional procederá de la venta de algún inmueble, de la cesión de la licencia de Aplidina o Kahalalide F, nuestros dos medicamentos en fase clínica más avanzada, y de los ingresos procedentes del acuerdo con Johnson & Johnson cuando vaya avanzando el proceso previo a la petición de registro de Yondelis en Estados Unidos.

P. ¿Hay ya negociaciones con algún gran laboratorio para la cesión de la licencia de Aplidina o Kahalalide F?

R. Sólo puedo decir que ha habido algunas conversaciones. Hay un estudio que demuestra que el momento óptimo para negociar la licencia de un producto en fase de desarrollo clínico es cuando se ha demostrado eficacia en fase dos de ensayos clínicos, porque las grandes compañías pagan más a partir del instante en que se han despejado las dudas sobre su toxicidad, es decir, al final de fase uno. Nosotros ya podríamos ceder la licencia de alguno de nuestros compuestos, pero como todavía no necesitamos el dinero tampoco hay prisa y yo no preveo novedades en los próximos meses. Eso sí, deberíamos llegar a un acuerdo antes de entrar en la fase tres del desarrollo clínico, porque ahí hay que hacer pruebas con muchos pacientes y se disparan los gastos.

P. Zeltia ha anunciado un severo ajuste de gastos, parte del cual afecta al presupuesto de investigación y desarrollo. ¿No es ésa una decisión defensiva que puede perjudicar el desarrollo futuro de nuevos productos?

R. No, en absoluto. Si se examina detenidamente el recorte de gastos, que asciende a 20 millones de euros anuales, se puede apreciar que en su mayor parte obedece a razones completamente lógicas y acordes con la situación de la compañía después del rechazo de Yondelis. Una parte del ajuste se concentra en las actividades comerciales, que no tienen sentido porque ahora no tenemos nada que vender, y también hay un recorte importante en operaciones industriales, porque hemos conseguido producir Yondelis de forma sintética y no natural, lo cual abarata mucho el proceso. En realidad lo que hacemos es sustituir la inversión en investigaciones preclínicas por inversión en productos que ya están en ensayos clínicos, porque nos interesa acelerar la comercialización de los medicamentos más avanzados. No es una maniobra defensiva. Estamos obligados a ir al ataque.

P. ¿Está descartada la posibilidad de negociar con una gran multinacional su entrada en el accionariado de Zeltia?

R. Si es para aportar financiación, no nos interesa. Debería aportar algo más.

P. ¿Credibilidad?

R. Tampoco, porque las grandes multinacionales tienen los mismos problemas que nosotros para registrar productos.

P. En todo caso, a los precios actuales en Bolsa, Zeltia es más vulnerable ante una hipotética oferta de compra.

R. Eso es obvio. Si alguien estuviera pensando en hacerse con una parte del capital ahora lo tiene más fácil porque la acción está más baja.

P. ¿Le inquieta esa posibilidad? ¿Tiene garantizada la mayoría en caso de que se lance una OPA hostil?

R. Yo sólo puedo hablar por mí. Por desgracia, todo tiene un precio en esta vida, y si algún inversor ofrece por ejemplo treinta euros tengo mis dudas sobre lo que pasaría. Pero con una oferta de siete u ocho euros, algo superior a su cotización actual, es muy difícil que alguien pueda llegar a controlar Zeltia.

P. Pharmamar es un caso excepcional en España, un país que no se ha distinguido precisamente por su tradición científico empresarial. ¿Cómo ha podido salir adelante?

R. Los comienzos fueron muy duros. Phamamar se creó en 1986 y durante diez años tuvimos que caminar solos porque no nos dieron ayudas ni los inversores confiaron en nosotros. Pero en 1996 nos concedieron en Estados Unidos y en Europa la autorización para entrar en fase clínica con Yondelis, y a partir de ahí todo cambió. Fue como de la noche al día. Empezaron a llegar fondos internacionales especializados y después inversores españoles. Pero tuvimos que demostrar que en España se puede hacer investigación con un nivel técnico muy alto.

P. ¿Cuál es el remedio para sacar a España de su indigencia en investigación y desarrollo?

R. La prioridad es financiar más la investigación. Ésa es la clave. Luego ya veremos si dedicamos ese dinero para investigar el cáncer, la astrofísica o qué. Pero la investigación en España necesita más financiación.

P. ¿Cómo definiría su estilo de gestión?

R. Sobre todo me gusta delegar y trabajar con equipos. No me gusta esa figura de una persona muy brillante que está sola.

P. ¿Cuál es su opinión sobre la oleada de escándalos empresariales y qué recomendaría para frenar la sangría de credibilidad que supone para las compañías de todo el mundo?

R. José María Aguirre, que es presidente del Banco Guipuzcoano y buen amigo mío, tiene toda la razón cuando dice que la ética se aprende de pequeño. Por eso no creo que vayamos a resolver los problemas de ética empresarial suscribiendo códigos de buen gobierno. Se es o no honrado independientemente de lo que se firme, y si una persona no lo es siempre encontrará alguna fórmula para sortear el compromiso que ha firmado.

P. ¿Eso quiere decir que la única manera de frenar las prácticas empresariales irregulares es la represión?

R. En parte sí. Yo creo que la gente debe saber que les pueden dar un golpe en los nudillos.

José María Fernández Sousa, presidente de Zeltia.
José María Fernández Sousa, presidente de Zeltia.EFE

Un hombre que en política elige lo práctico

José María Fernández Sousa Faro nació en Madrid en 1945, pero por tradición familiar y convencimiento ejerce de gallego. Aficionado a los libros de historia antigua, es prudente y discreto, desprende un inequívoco aire profesoral y está dotado con una rara determinación que seguramente le ha sido muy útil para mantener a flote una empresa tan peculiar como Zeltia.

Recuerda con mucho afecto su paso por las aulas. Llegó a ser catedrático de Bioquímica en la Universidad de Santiago de Compostela y en la Complutense de Madrid, y aún hoy mata el gusanillo docente con algunas charlas universitarias. También lo pasó muy bien durante su etapa en Antibióticos, entre 1979 y 1985, como director de investigación , aunque el desenlace de la venta a Montedison fuera en su opinión desafortunado. A raíz de aquello no tiene buena opinión de Mario Conde. "Vendió Antibióticos para dar el siguiente paso en Banesto, pero se cargó la empresa y después hizo algo parecido con el banco. Es una pena que se pueda acabar así con empresas que son el resultado del trabajo de muchas personas durante muchos años".

Fernández Sousa Faro está bien conectado (a la inauguración de la nueva planta de Pharmamar en 2003 asistieron los Reyes, la ministra de Sanidad y el presidente de la Xunta), pero dice no tener inclinaciones políticas muy arraigadas y de manera elíptica se autodefine como de centro.

"Yo en política", dice, "me considero una persona práctica, nada ideologizada, y como tal pienso que los políticos deben estar al servicio de los ciudadanos, no al revés. Si nos fijamos en los modelos de otros países vemos que hay dos grandes partidos, uno de centroderecha y otro de centroizquierda, y que es el electorado de centro el que decide. Y el centro es práctico. Yo desde luego defiendo a la persona que pueda hacer algo por mi país en un momento determinado. España ha tenido una evolución política muy buena porque tenemos una democracia consolidada, pero a veces da la sensación de que estamos demasiado radicalizados".

Al presidente de Zeltia le asoma una chispita de emoción en los ojos cuando constata su afición por el mar y por la navegación.

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