Ejercicios de devoción
LA DEVOCIÓN no pasa hoy por un buen momento. Arrinconada por la ironía y el sarcasmo, ni siquiera mimetizada en admiración logra hacerse un sitio en nuestro desencantado mundo. La devoción exige continuidad, y no parece que vivamos tiempos muy estables. Sólo con ocasión de un artículo, los escritores expresan su devoción a la figura de otro escritor. Actualmente es raro que le dediquen un libro, y en todo caso sería un estudio, como el que Nabokov dedicó a Gógol. Más raro es componer un libro de relatos que recree algunos episodios de su vida. Éste ha sido el propósito de Irene Jiménez (Murcia, 1977) en El placer de la Y. Diez historias en torno a Marguerite Yourcenar. Un empeño, por lo demás, magníficamente llevado a cabo. Son cuentos, no semblanzas; aunque se apoyan en la autora de Memorias de Adriano, tienen su específico valor literario. Pero han brotado de la conmoción que Irene Jiménez sintió al leer la biografía que le dedicó Josyane Savigneau. De aquella lectura surgió un cuento sobre la estancia de Yourcenar en Estados Unidos, y más tarde, dos años después, el resto de los relatos. Esto lo cuenta la autora en un prólogo precioso, donde justifica su homenaje amparándose en el ejemplo de Borges, que escribió sobre Carriego; en Cortázar, sobre Keats; y en la propia Yourcenar, sobre Píndaro. No obstante, ahí se equivoca; aquéllos eran ensayos. Lo suyo es más delicado, más sutil; se aproxima a la biografía ficticia, tantea en lo vivido y no en lo escrito. Los cuentos siguen un orden cronológico; comienzan con una Marguerite de once años, en su primer viaje en barca, y terminan con su asistencia al entierro de Borges en Ginebra, un año antes de su muerte. El conjunto ofrece un retrato multifacético, pero fugaz e inaprensible, un entramado de sensaciones, ejecutado con una prosa serena y poética, que acoge tanto la sensualidad como la turbación ante la desgracia, tanto el espíritu clásico de Yourcenar como su responsabilidad civil y su conciencia de pertenencia al siglo XX. Todos los cuentos vibran con un tono misterioso y oblicuo. No obstante, el VII es conmovedor; la escritora pone el punto final a su novela Opus Nigrum y, tumbada en una hamaca blanca, se despide mentalmente de Zenón, susurrando su nombre; una escritura, una pasión, que ha durado cuarenta años.
El placer de la Y. Diez historias en torno a Marguerite Yourcenar. Irene Jiménez. El Cobre. Barcelona, 2003. 94 páginas. 12 euros.
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