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Columna
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Mi tesis

No puedo admitir que el más fugaz conseller en cap de la historia de la humanidad sea tan curt de gambals (corto de alcances, en catalán) para hacer lo que ha hecho. Tampoco puedo suponer que los servicios secretos de Francia o España sean tan pérfidos como para tener a su alcance al buscado Josu Ternera y dejar que se les vaya crudo. Como, además, creo en el amor, he aquí mi tesis acerca del evento.

-Ringggg -suena el teléfono de Carod Rovira.

-Aquí el conseller en cap, digui?

-Hooooola, amourrr -voz sensual de mujer-. Soy Kim Basinger. Ha llegado hasta mí la noticia de tu admiración, y como acabo de salir de una terapia de grupo a causa de mis disgustos con Alec Baldwin, me vendría al pelo tener un revolcón con un político europeo de fuste. ¿Cómo lo ves?

-Ai, quina sort! Pero, ¿cómo lo haríamos para que no se enteren en casa?

-He pensado en todo. Supongo que me viste en Nueve semanas y media, cuando salgo vestida de hombre. ¿Te gusté?

-Estaves de colló de mico, reina meva.

-Pues eso. Te esperaré ataviada de macho. Como sé que amas mucho a Euskadi me trajearé de vascuence.

Esto último tenía que haber advertido a nuestro hombre. Porque el término vascuence ya sólo lo usa la pasma. Pero el amor es loco y pinturero.

Por todo lo cual, Carod Rovira, equipado con el set completo del perfecto excursionista y boletaire (buscador de setas) y con un lirio en la mano, atravesó los Pirineos en dirección a la Catalunya Nord, paseíto que aquí nos ilusiona siempre. Canturreando alegremente recias tonadas populares y muy nuestras, don Josep Lluís acudió a su cita con el destino.

¿Qué le hizo realmente Josu Ternera a Carod Rovira, antes de que la pasma dejara a aquél largarse por el morro? ¿Perdió el conseller en cap algo más que, provisionalmente, el cargo?

Otra tesis para explicar lo ocurrido sería que la suma de 2004 da 6, o sea, éste es el Año de la Bestia. Por lo tanto, cuanto sucede en el orbe, empezando por Madrid, Washington, el Vaticano y Perpiñán, es culpa del anticristo.

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