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Entrevista:NAZARIO OLEAGA | Decano del Colegio de Abogados de Vizcaya

"Los colegios deben ceder funciones al Consejo de la Abogacía"

Continuidad. Profesionalidad. Discurso franco y sin contemplaciones. Estas son algunas de las señas de identidad del nuevo decano del Colegio de Abogados de Vizcaya, Nazario Oleaga (Mungia, 1958). Lleva más de 20 años de ejercicio, en asuntos civiles y mercantiles, y proviene de una familia de letrados. Su tatarabuelo ya era procurador.

Pregunta. En las anteriores elecciones hubo cinco candidatos y en éstas, sólo usted.

Respuesta. Aquello fue excesivo. Más que pluralidad, había dispersión. Hace cinco años había que relevar a un decano, Carlos Suárez que llevaba muchos años y, además, no había ningún delfín señalado y del agrado de todos. Hubo mucha lucha soterrada y de carneros que desembocó en tantas candidaturas. A mí, hace un año, el anterior decano, Eduardo Escribano, me propuso tomar el testigo. Yo hablé un poco con todos y, aunque he pecado de obscurantismo, intenté que en mi plancha estuviera representada la gente más representativa entre la profesión. No hicieron falta las elecciones en noviembre. Salimos por aclamación.

"En nuestra profesión tenemos parados y sinvergüenzas. Y, luego, los profesionales"

P. La comisión encargada de la Escuela de Práctica Jurídica es una de las más importantes dentro del colegio.

R. El dinero del Gobierno para esta actividad es claramente insuficiente. En realidad, tanto este gobierno como el anterior no han hecho nada por los abogados. Ni siquiera una ley de accesibilidad. Tenemos parados por un lado y sinvergüenzas por otro. Y, luego, estamos los profesionales, que sufrimos la mala fama. Lo que planteamos es ver de qué modo se puede entrar a ejercer la profesión. No permitimos que cualquier persona entre en el turno de oficio. Queremos endurecer la formación para acceder a la profesión.

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P. ¿Para atajar la mala fama que arrastran?

R. Gran parte de la mala fama se debe al poco conocimiento que tienen algunos abogados, muchos de ellos que salen en los medios de comunicación para hablar de cosas que desconocen. Como si fueran abogados estrella. Algo contraproducente para la profesión.

P. ¿Le gusta el término profesionalidad?

R. Reivindico la profesionalidad para los abogados, igual que para los jueces. Vivimos una época, no ya convulsa, sino de pensamiento único en el Gobierno español, en el vasco, en tu comunidad de vecinos. Los jueces deberían desbrozar todas nuestras alegaciones y pretensiones pero siempre desde tres parámetros: la defensa de la democracia, de las libertades y de los derechos fundamentales. Y no lo hacen. Encima, el Consejo del Poder Judicial está haciendo un flaquísimo favor a los jueces. Antes yo era contrario a que se constituyera un Consejo del Poder Judicial vasco. Ahora no me importaría que hubiera uno, peor no puede ser.

P. ¿Su mandato es continuista?

R. Sí, pero es continuista con Escribano, con Suárez y con Bidarte. Cambian los modos de hacer. Ninguno de ellos tenía una apetencia política, algo que sí hubiera trastocado las cosas. Y yo no veo esto como un trampolín para nada. Defiendo una integración clara de la abogacía dentro de la sociedad.

P. ¿Qué le pide al Gobierno vasco?

R. Ante la masificación, tenemos un servicios de orientación a licenciados en derecho y abogados para que se incorporen al mercado laboral en empresas, ayuntamientos con las cuales tenemos convenio. Y es un objetivo que no está saliendo muy caro. Espero que en una reunión con el consejero Azkarraga podamos reconducirlo. Somos una institución de derecho público y pedimos que se nos tenga en cuenta en aquellos campos en los que tenemos algo que decir. Ya no se piden informes al Consejo de la Abogacía.

P. Un órgano que parece de capa caída en los últimos años.

R. De hecho en una conferencia en El Sitio yo pedí la desaparición de los colegios de abogados y la potenciación de los consejos. Y mire donde estoy. El Consejo de la Abogacía debería asumir más funciones, habría que transferirle nuestras facultades. Estamos triplicando los esfuerzos y no se puede mantener. Funcionamos a golpe de voluntad entre los tres colegios. La presidencia tendría que ser elegida y no rotatoria, como ahora.

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