Quiero poder frecuentar el centro
He cumplido la sanción de seis meses de expulsión del centro de la tercera edad ubicado en el integrado Teresa de Calcuta, que, a propuesta de la actual junta directiva presidida por Alfredo Sánchez, me impuso el concejal del Distrito de Barajas, señor Serrano Guío.
Esto sucedió el 15 de septiembre de 2002, en cuya fecha recuperé todos los derechos de socio, que me conceden el vigente y actual Estatuto del Centro así como la Constitución. Sin embargo, hasta la fecha, no puedo frecuentar la sede del centro por la persecución sistemática de la directiva y de sus amistades, que me insultan y me provocan allí. No puedo dialogar con nadie de la directiva. No admiten ni mis sugerencias ni mis quejas, ni contestan a mis escritos formalizados en el registro; en ellos pongo en su conocimiento de las graves irregularidades que cometen frecuentemente, lo que constituye una obligación más que un derecho de todos los socios, en función del artículo 4 del Estatuto.
El presidente me dice que esté en el centro silencioso y quedo; la vocal, Marta de Castro, sin producirle ningún sonrojo ni vergüenza, que puedo hablar con ella sin mencionar para nada el Estatuto o la Constitución, lo mismo que las vocales Pilar Benito y Carmen Hernán González. Si esto no fuera tan serio y grave sería como para morirse de risa por lo absurdo de este proceder.
A pesar de todas estas dificultades y de la anulación de mis derechos inalienables, en la próxima asamblea general ordinaria, que obligatoriamente tendrán que convocar el próximo mes de marzo -asistiré a la misma si mi avanzada edad, 83 años, y mi precaria salud me lo permiten-, tendrán obligatoriamente que leer el acta de la asamblea anterior. (Por cierto, los tres primeros años de los seis que lleva esta junta directiva no se leyó ni se votó nada y ello pese a mis protestas porque se lesionaba gravemente mi dignidad personal). En ese acta se me calumnia, se manifiesta en ella lo que no dije y se omite lo que dije: ha estado expuesta en el tablón de anuncios hasta últimos de septiembre del año pasado, sin poderme defender; además, por alusiones, por lo que me afecta personalmente y para mi autodefensa, me corresponde cuando terminen de leerla tomar la palabra y leer la impugnación que le he mandado al concejal en escrito pasado por el registro, del que ha hecho total caso omiso. Lo haré con el silencio de los socios durante unos seis minutos y no durante dos o tres como acostumbra disponer el presidente, para que no le pueda rebatir sus argumentos.
En todos estos años anteriores no me han dejado hablar: insultos, gritos, abucheos de sus amistades, alentados por la directiva. Este año espero que no suceda lo mismo. El principal responsable de todas estas gravísimas irregularidades es el concejal del distrito. Este año, corresponde hacer elecciones en el centro y renovarse a la directiva; estos señores no pueden ni deben seguir, porque no son demócratas en consonancia con nuestra democracia y nuestro Estado de Derecho. Por eso, quiero poder frecuentar el centro de la tercera edad.
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