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Crítica:TEATRO | 'Sit'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tricicle se sienta

Digamos que Sit, título de este espectáculo, debe ser Seat, silla; y que el nombre que adoptan para sus personajes -inventores de la silla- los tres queridos actores de Tricicle es el de Chairwood, que debe ser silla de madera. Sus gracias verbales importan poco: importa, como siempre, su calidad de payasos, acróbatas, actores, mimos. Madrid les ha acogido como siempre, con ovaciones y con risas a cada escena: no tenemos ninguna ira porque el centro del teatro español se haya ido a Barcelona. Esta capitalidad empezó a perderse hace tiempo en Madrid y había que escribir mucho para saber por qué, y por qué aquí se han perdido otras cosas relacionadas con la cultura, con la inteligencia -que no siempre son la misma cosa- y con la vitalidad.

Sit

Por Tricicle. Guión de la compañía y Toni Álvaro. Intérpretes: Joan Gràcia, Paco Mir y Carles Sans. Escenografía: Lluc Castells. Iluminación: Roger Puiggener. Vestuario: Anna Güell. Música: Pere Bardagí. Teatro Apolo. Madrid.

A lo que vamos. Tricicle, que lleva 25 años de teatro con los mismos actores -lo cual también es asombroso-, presenta un espectáculo a partir de un objeto: la silla. Debe ser un sueño de atleta: pararse un momento a descansar. Pero no paran. Desde que salen los homínidos que descubren estas calidades culares en un tronco, hasta la silla que gira alrededor del mundo, pasan por toda clase de asientos, y de cada uno de ellos obtienen un gag, un descubrimiento, una chispa: y la manera de sacar de un objeto otros, y de hacer hilarante cada uno de ellos. A mí, personalmente, me da igual el pretexto, sea silla o sea sobrasada: me importan estos tres grandes cómicos, hagan lo que hagan; y los gestos de sus caras de actores y sus músculos bien adiestrados, sus ironías, sus ingenuidades.

Parece que no soy el único. El teatro estaba lleno en un día de labor y sin invitados -que es cuando se debe ver el teatro, si se puede-, y todos, jóvenes y mayores, no dejaron de reír y aplaudir.

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