En tiempos de tormenta, serenidad

Es lamentable la pérdida de cualquier vida humana en cualquier circunstancia pero es aún más lamentable cuando es consecuencia de la imbécil ceguera de una trifulca entre jóvenes en momentos y espacios de ocio. Sin entrar a analizar qué hace que un joven mate a otro sin pensar sobre su acto, porque no es tiempo de hacerlo sino que es tiempo de lamentar la muerte de este joven, de darle el consuelo y el apoyo a su gente aunque todo consuelo no es suficiente para apaciguar el dolor y el sufrimiento de la pérdida.

Es tiempo de pedirles calma a los habitantes de Baeza, de contener la rabia, los instintos de justicieros que tenemos todos pero que los hemos delegado en la Ley que nos ampara. Que no olvidemos que los padres de un delincuente no son delincuentes, que los vecinos de un criminal no son criminales.

Es tiempo de recordar las lecciones de los acontecimientos de El Ejido donde miles de personas pagaron muy caro el asesinato cometido por un esquizofrénico. Recordar a todas las personas inmigradas que sus actos, cuanto más negativos o fuera de la ley son, repercuten sobre ellos y, de alguna forma u otra, sobre la imagen de sus colectivos, la acogida que pueden recibir y la armonía social de la que pueden disfrutar. Por último, recordarnos que la convivencia es un estado costoso de construir pero muy fácil de derribar, todos, absolutamente todos somos responsables de su mantenimiento.