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Columna
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¿Amanece...?

Amanece en medio de una luz tenue, gris, pero vívida. (Imaz es el nuevo burukide.) En la calle hay una movilidad vibrante. (Mayor Oreja parece que deja la escena política.) Al fondo, la masa geológica potente de la Sierra de Elgea: verde oscuro y tupido, gris calcáreo intenso, y el blanco radiante de las nieves en las cimas. O el mar gris pétreo, algo agitado, golpeando con una ligera fiereza contra el Peine, o contra el Paseo Nuevo. Gotas que recorren nuestro espacio íntimo. El Puente Colgante dibujando su elegante y dura silueta de hierro contra las nubes densas del norte. Y las chimeneas de Petronor vomitando fuego. Pasiones que nos queman y nos dan vida. Es invierno. (Nubarrones de incertidumbre en la vida política vasca, con elecciones en marzo.) Forma parte del ciclo de la vida... el invierno. El ciclo político nos lo vamos marcando nosotros.

La vida, el medio, el bulle-bulle cotidiano, debiera darnos sosiego -y a veces lo logra-. La vida es poderosa aquí, y nos contagia. Sin embargo, el sosiego lo dan las cosas bien hechas -ese cajón que encaja como un guante en su hueco o la elegancia de una conferencia-, la satisfacción del encuentro en sociedad que cimenta un colectivo siempre plural, la serenidad de un horizonte compartido; todo eso es lo que definitivamente da sosiego a nuestros espíritus en colectividad. (Porque, después, cada cual tiene sus coartadas frente a la vida). Recuerdo, hace años, a palestinos estudiando en facultades españolas. Vivían materialmente mal. El invierno casi no contaba para ellos, ni el verano. Pero cimentaban su vida en la satisfacción de un horizonte de esperanza compartido. (Ahora roto.)

Y no es eso precisamente lo que aquí ocurre. Los ciclos de la vida y el calor de ella no se interrumpe, afortunadamente. Aún no. Pero nuestro programa público está hecho unos zorros. ¿Responsables? De los ciclos de la naturaleza, no hay más responsable que Dios; pídasele cuentas a él si es menester. Pero las cosas de la política tienen sus responsables. Les daremos sus entradas bien merecidas:

Xabier Arzalluz. Un pater familias (José Luis Zubizarreta lo describía brillantemente), un mayorazgo autoritario y vengativo, un padrino, un personaje que no ha dudado en poner patas arriba a un país con tal de cuidar un extraño "legado" del que él era virgen vestal, protector de la "sagrada llama", de la esencia del creador (Arana). Algo que, ciertamente, está más en la tradición carlista (princesa Beira, y también Luis Arana) que en la nacionalista (Kizkitza o Eleizalde).

José María, Aznar, por supuesto. Un rijoso personaje lleno de ambición y mediocridad. Pequeño ínfimo hombre..., y con bigote.

Juan José Ibarretxe. Un ser angelical que nunca ha pasado por los infiernos de la vida real y nos ha hecho una propuesta de y para parvulitos. (Mientras repite que "todo puede ser discutido, hasta las comas". Criatura... ¿Por qué no haberlo discutido antes, como lo hubiera hecho cualquier persona adulta o sensata?).

Mayor Oreja. Un tipo delicado, exquisito... pero hueco. Muchos creímos en sus palabras. Pero eran sólo eso: palabras. Llevó la política vasca al rigorismo y la comicidad (Iturgaiz).

PSE. Un partido que con sus miserias internas y falta de miras (¿dónde está Maturana, o el "fichado" Emilio Guevara?), está dejando pasar las cosas.

Nosotros, que con una visión ideológica de las cosas, hemos sido incapaces de ver los amaneceres y atardeceres, y la arenilla del camino.

ETA es otra categoría que tiene que ver con la Camorra y otras lindezas de otras latitudes. Allá ellos con sus asesinatos. Que un rayo les parta. Ahí no hay responsabilidad, hay delito.

¿Y ahora qué? Todo está manga por hombro. No el País Vasco, España entera. Los acuerdos de la conferencia del PNV son un disparate... pero veremos cómo los gestiona Josu Jon Imaz. Veremos si es capaz de organizar una "pista de aterrizaje" para la militancia del PNV, que anda en globos Montgolfier y otros, por ahí, elevados, fuera de la realidad. ¿Qué hará ahora el PP? ¿Y, el PSE? Marzo-Marte. Esperemos que en las elecciones se haga la guerra por la paz y el sosiego de la ciudadanía.

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