Terrorismo, islam y choque de culturas
Expertos de todo el mundo debaten en París sobre política y religión
Si la lucha contra el terrorismo hubiera sido la razón de la intervención norteamericana, "Estados Unidos habría mandado más hombres a Afganistán que a Irak", afirmó Jean Pierre Chevènement, según el cual, "hablando como ex ministro del Interior" de Francia, "el terrorismo es un fenómeno fluctuante", y "un concepto no suficientemente definido". No se sabe a ciencia cierta qué hay detrás de Al Qaeda, dijo ayer en París en el debate organizado por la Unesco y la fundación Euro Mediterránée y apoyado por EL PAÍS sobre "El choque de civilizaciones no ocurrirá".
Para el ex agente de la CIA en Oriente Próximo Robert Baer, EE UU fue a Irak sin información suficiente. Y si no hay duda de que el 11-S fue un ataque terrorista, "el problema es que ese terrorismo se convirtió en una ideología".
Estados Unidos, para Chevènement, no es un aliado compartido, entre otras razones porque no quiere Washington, pues ahora "la misión hace la coalición", y "EE UU hace la cocina y los europeos lavan los platos". Pero para el ex secretario general de la ONU Butros Butros-Ghali esta situación no puede durar, pues EE UU no tiene los medios para intervenir en todos los conflictos. El español José María Beneyto, director del Instituto de Estudios Europeos, consideró que los imperios pueden resultar útiles al referirse no a EE UU en Irak, sino en los Balcanes, y cuando hoy por hoy no hay nadie que pueda ejercer de contrapeso. Por el contrario, el sociólogo francés Dominique Wolton sostuvo que Europa se adelanta a los tiempos al compartir soberanía entre 15 y pronto 25; haberse visto obligada a relacionarse y comunicarse con Europa del Este y a dejar de ser imperialista "porque fue vencida, política y militarmente, en la descolonización".
Wolton defendió la tesis de que en un mundo en el que la noticia sobre cualquier gran acontecimiento global tarda ocho días como máximo en llegar a cualquier rincón de la Tierra, se ha producido un alejamiento en vez de un acercamiento entre los pueblos. Pero más que sobre un choque de civilizaciones, real o imaginario, el debate consagrado a evitarlo giró sobre las tensiones en el propio mundo islámico. En la mesa redonda sobre "Democracia, islam y laicidad", Andrés Ortega, editorialista y columnista de EL PAÍS, planteó que la democracia no lleva necesariamente a una plena laicidad (la UE "es un espacio laico pero no de laicos"), pues cinco de los actuales Quince tienen religiones de Estado y varios otros, como España, otorgan a la Iglesia católica un papel especial. Pero tampoco la laicidad implica democracia, como recordó con los casos de la Unión Soviética o del Irak de Sadam Husein. El debate fue más polémico sobre si existen "fundamentalismos moderados" y "radicales", además de "violentos", o todos, como mantuvieron algunos participantes, son lo mismo.
La polémica ley que Francia aprobará próximamente para prohibir el velo musulmán y otros signos religiosos "ostensibles" en las escuelas públicas estuvo bien presente. Ghaleb Ben Cheikh, vicepresidente de la Conferencia Mundial de Religiones para la Paz, lamentó que la comunidad musulmana en Francia no hubiera resuelto el problema ella misma de un velo que, se recordó, no está en los textos del islam.
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