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Reportaje:

Un lujo de problema

El futuro del estadio de La Cartuja sigue en el aire tras las recalificaciones urbanísticas de los campos de Betis y Sevilla

La historia del estadio de La Cartuja es una de las más agitadas que se puedan imaginar para una infraestructura pública. La función práctica de la obra siempre ha estado relegada a un segundo plano a la hora de tomar decisiones, orillada por los intereses o simplemente los sueños de los distintos gobiernos municipales desde 1997.

El fantástico edificio diseñado por los arquitectos Antonio Cruz y Antonio Ortiz es sin duda alguna uno de los más modernos y bellos de Europa, pero los gestores municipales sevillanos no saben qué hacer con él. Ni la actual coalición gobernante, integrada por PSOE e IU, ni la anterior de socialistas y PA, ni la que precedió a ésta, entre PP y andalucistas.

La construcción costó más de 139 millones, de los que el Ayuntamiento de Sevilla pagó 25
Los gerentes aseguran que la actividad del estadio ha traído 210 millones para la ciudad

El origen del proyecto siempre será materia de discusión, pero lo que no se puede obviar es que ya es una realidad, que está ahí como patrimonio de la ciudad y que, de uno u otro modo, hay que aprovechar un coloso que costó más de 139 millones, de los que 25 salieron de las arcas municipales.

- Inicio ambicioso. La necesidad de construir un estadio en Sevilla nació de la elección de la ciudad como sede de los VII Campeonatos del Mundo de Atletismo de 1999. En un principio, se planeó la construcción de un edificio más modesto y barato. Pero el entonces teniente de alcalde, Alejandro Rojas-Marcos, alimentó la idea -más voluntarista que realista- de que Sevilla podría ser algún día sede de unos Juegos Olímpicos. Muchos ciudadanos y los representantes políticos municipales se abonaron a esta quimera y el Pleno del Ayuntamiento aprobó en diciembre de 1997 un presupuesto de algo más de 81 millones de euros para la construcción del estadio.

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- Desfase presupuestario. Las primeras previsiones de gasto fueron bastante desafortunadas. De los 81 millones de euros previstos, han pagado finalmente más de 131. Tras la ampliación de capital de la Sociedad Estadio Olímpico de 2001, la participación accionarial (que refleja las aportaciones económicas aportadas) se reparte de la siguiente manera: Junta de Andalucía, 35%; Infehsa (Patrimonio del Estado), 30,4%; Ayuntamiento de Sevilla, 17,8%; Diputación, 15,2% y otros accionistas, 1,33%.

El recinto deportivo se inauguró el 5 de mayo de 1999 con el partido de fútbol amistoso entre los combinados de España y Croacia. Sin embargo, los pagos por su construcción aún no han acabado. Según figura en un acta notarial de 7 de junio de 2002, la Sociedad Estadio Olímpico admitía una deuda con la constructora ACS de 106 millones de euros y se comprometía a saldarla cuanto antes, con un crédito de casi 67 millones de la entidad Crédit Agricole Indosuez incluido. Sin embargo, el 23 de mayo pasado, el presidente de la Sociedad Estadio Olímpico, Rafael Carmona, se comprometió a abonar a ACS en 20 plazos trimestrales (hasta junio de 2008) los más de 5 millones que aún se le debían. Como aval, se pusieron los ingresos por el alquiler de los cerca de 30.000 metros cuadrados de superficie comercial repartidos en cuatro edificios.

Precisamente, esas rentas son las que, según Carmona, hacen que el estadio sea capaz de equilibrar ingresos y gastos. Lejos quedan aún los beneficios que ayuden a pagar el coste de su construcción. Según la empresa gestora del estadio, cerca de dos terceras partes de la superficie de la que disponen está ya arrendada y esperan firmar en breve un acuerdo con dos entidades privadas que elevaría esa cifra hasta el 90%.

Las instalaciones albergan entre sus clientes privados al Hotel Isla Cartuja, la sede de la radio Andalucía abierta, de la Fundación Planeta, y de las productoras de televisión Atlas y VAV. También tienen su sede en La Cartuja varias organizaciones públicas, como la propia Sociedad del Estadio, el Instituto Municipal de Deportes, la Empresa Pública de Deportes de la Junta de Andalucía, la Fundación Andalucía Olímpica, a las que próximamente se unirán todas aquellas federaciones deportivas andaluzas con sede en Sevilla, con la excepción de la de fútbol. Según Carmona, con los citados contratos ya apalabrados, los ingresos por alquiler serán suficientes para cubrir los dos millones de euros que cuesta al año el mantenimiento del estadio. Entre los ingresos previstos, también figura el alquiler de un terreno aledaño por 120.000 euros al año en la que se construirá una clínica de rehabilitación.

El presidente de la Sociedad Estadio Olímpico pide asimismo que no se analice el impacto económico del estadio en sus propias cuentas. Carmona asegura que los 127 eventos celebrados en La Cartuja desde su inauguración han tenido un impacto económico para la ciudad que él calcula en 210 millones. Como comparación, se calcula que la permanencia en Primera de Sevilla y Betis supone unos 45 millones para la ciudad.

- Futuro incierto. La posibilidad de que el Sevilla y el Betis abandonen a medio plazo sus estadios para compartir el de La Cartuja prácticamente se ha cerrado tras los convenios urbanísticos que los dos clubes han firmado recientemente con el Ayuntamiento. Este uso compartido era la mayor razón de índole práctica esgrimida para justificar el proyecto en su origen. Las entidades que presiden José María del Nido y Manuel Ruiz de Lopera ingresarán entre 25 y 30 millones de euros con las recalificaciones para uso comercial de parte de sus suelos. A lo largo del mandato anterior, en el que el PA ocupó la Gerencia de Urbanismo, las negociaciones para recalificar los terrenos de los dos clubes pasaban porque los equipos se mudaran progresivamente al estadio de La Cartuja, una condición que no era del agrado de los clubes y, mucho menos, de la mayoría de los aficionados de uno u otro. Tras las pasadas elecciones, Urbanismo quedó en manos del PSOE, que agilizó las negociaciones eliminando el condicionante de la muda al estadio.

El convenio firmado por el Betis permitirá que el club termine a coste cero las obras del Ruiz de Lopera mediante la construcción de un edificio de 30.000 metros cuadrados en una parcela municipal anexa a la tribuna de preferencia. La nueva construcción albergará oficinas, tiendas y un hotel con una categoría mínima de cuatro estrellas. El club deberá asumir también la urbanización la zona aledaña, construir una plaza de 2.500 metros cuadrados y levantar otro edificio de 3.000 metros destinado a equipamientos públicos.

El Sevilla, por su parte, podrá construir 20.000 metros cuadrados para usos comerciales, hoteleros y de oficinas en los bajos de su estadio. Pero el acuerdo ha sido calificado, especialmente desde la oposición andalucista, como un "caramelo envenenado", porque obliga al club a acometer una remodelación completa del estadio para construir aparcamientos subterráneos, ampliar el graderío superior, reorganizar los accesos y levantar un edificio de 2.500 metros cuadrados para equipamiento público. ¿Dónde jugará mientras tanto el Sevilla? La obsesión por evitar mudarse puede acabar obligándole a jugar en La Cartuja.

Los convenios han dejado más en el aire que nunca el futuro del estadio. Fuentes del gobierno local aseguran que el Ayuntamiento tiene muy avanzado un proyecto para darle "uso deportivo regular". La extraña y politizada situación la resume el testimonio -voluntariamente anónimo- de un cargo de Urbanismo: "El ciudadano es antes forofo que contribuyente".

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