Algo pasa en la cultura
El cine tuvo en España diez millones de espectadores menos el año pasado; sobre los ocho millones perdidos el anterior. No puede culpar a la televisión, porque de ella viene la compensación económica: se la echan a la piratería de películas. Yo encuentro que los acuerdos con Estados Unidos que firmó Pilar Miró y se acentuaron luego son leoninos, y nos hacen soportar más películas americanas de las que comprendemos. No porque tengan una metafísica enrevesada, sino porque están hechas para pequeños temas lejanos que aquí suceden de otra manera. España no está tan americanizada como se supone: es una periferia a la que le resulta cómodo comer hamburguesa y pizza, y barato, y está harta de los queridos garbanzos, de una digestión inquietante. Otros se deslumbran por lo visual de El señor de los anillos, del que no entiendo yo nada de lo que pasa, o de calidad de máquinas y medios de El último samurái, repetición del séptimo de caballería: una forma de meternos el fascismo en casa para que lo acojamos con la sonrisa de boca abierta del bobo. El cine español no puede luchar con esa técnica, y lo hace siendo un poco más estúpido que el americano de segunda y tercera: si habla de nosotros, lo vamos a ver. Muy poco. Y con desigualdad: los grandes nombres se llevan el público, los pequeños se quedan con recaudaciones mínimas y piden ayuda: mayor cuota de pantalla. Que sus películas no pierdan dinero, aunque no tengan espectadores. Ésta es una de las razones de la decadencia del teatro español: ha empezado a hacerse para los programadores culturales de instituciones políticas y económicas, y éstos suelen tener una preocupación: que no les traigan problemas las obras, que sus patronos no les regañen si eligen algo incorrecto. Y no hay que olvidar que Mecenas dio su dinero para obras que no molestasen a Augusto, aunque de su oro salieran grandes como Virgilio y Horacio.
(Disimulo, pero la gran incultura española está alejando al público del arte, y de las narraciones en teatro, novela o cine. Es un país que tiene mala escuela, mala universidad: mal Ministerio de Educación, uno detrás de otro. Y el fracaso estudiantil más alto de Europa. Alguna relación tendrá todo. Y alguna el fútbol, que se lleva las conversaciones, el dinero, las tardes, las noches de radio, las páginas de los periódicos. Y mimo a sus protagonistas, la envidia al rico y amado).
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