Un deseo circular
No es frecuente que en publicaciones críticas, o al menos de carácter marcadamente académico, aparezcan primeras ediciones de autores contemporáneos. Pero en este caso, la estimulante sorpresa de una nueva novela de Ramón Saizarbitoria se materializa en versión bilingüe, euskera y castellano, en una edición precedida por un amplio estudio introductorio de Jon Kortazar, que analiza detenidamente la novela y la biografía literaria del autor. En la década de los setenta, Ramón Saizarbitoria se labró con sólo tres novelas un lugar notable en la literatura vasca. Luego atravesó un periodo de silencio de casi veinte años, uno de esos sugestivos silencios que padecen algunos escritores y cuyas causas, a pesar de sus esfuerzos (y de los de sus entrevistadores), nunca consiguen clarificar del todo. Lo cierto es que a mediados de los años noventa Saizarbitoria regresa con fuerza a la novela, trasciende editorialmente la literatura en euskera y se asienta como uno de los nombres más relevantes de la narrativa en el Estado.
LA TRADICIÓN DE KANDINSKY
Ramón Saizarbitoria
Edición bilingüe.
Introducción de Jon Kortazar
Centro de Lingüística Aplicada Atenea. Madrid, 2003
151 páginas. 12 euros
Kandinskyren tradizioa tiene formato de novela corta, una medida que el autor ya había cultivado en su anterior entrega, Gorde nazazu lurpean. La narración arranca con la descripción de una tradición rusa según la cual, en Nochevieja, las muchachas salían a la calle y preguntaban al primer hombre que encontraban cuál era su nombre, seguras de que, pasado el tiempo, se casarían con alguien llamado del mismo modo. Esta referencia sirve a la protagonista, Miren, para tentar el juego, y verse al fin envuelta en una relación sentimental que le llevará a la postre a perder su virginidad con un joven hosco y desatento.
Un resumen argumental tan estricto no refleja, sin embargo, la profunda complejidad de la novela, su estructura circular y la ambición metafórica que encierra. Narrada en primera persona, de labios de la mujer protagonista, la historia guarda rasgos de humor, ese humor suave y contenido que Saizarbitoria ha comenzado a trabajar en sus últimas obras, y un estilo perfectamente ajustado al sentido del relato. La narración no se ancla en la historia del País Vasco, dramático argumento que el autor ha abordado en otras ocasiones, pero sí mantiene el ruido de fondo de una tierra contaminada por la política, condicionada por la memoria de los antepasados, una tierra de matrimonios fríos y conflictivos, como el de los padres de Miren, sostenidos en el tiempo con calvinista obstinación, una tierra donde las relaciones sexuales entre los jóvenes siguen sometidas a una atávica dificultad. Como siempre ocurre, la buena literatura desentraña los problemas sociopolíticos con una sutileza que jamás alcanzarán los voceros intelectuales: por eso hay más claves sobre la sociedad vasca en la obra de Saizarbitoria que en el manifiesto más ostentoso que imaginarse pueda.
La pérdida de la virginidad, pero también, en otro estadio, la confrontación entre la realidad y el deseo, entre los sueños y la vulgar realidad, guían una novela perfectamente ejecutada en el ritmo y el estilo. No obstante, habría que señalar otra virtud notable, más valiosa si cabe en estos momentos de desorientación literaria: cuando un autor tiene algo que decir y cuando logra explotar todos sus recursos, el realismo se convierte en una fantástica herramienta.
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