Mujer
Tenía que ser mujer la segunda en la lista de Zapatero, o sea la primera, porque Zapatero, claro, no cuenta. Afortunadamente, parece bien elegida. Es una intelectual catedrática de Historia del Pensamiento: podrá preparar el futuro. Pero mis grandes sospechas van en el sentido de que es una cuestión de votos, y la suposición de que la votarán las de su sexo, precisamente por ser de ese sexo o "género".
He ido al convencimiento, aún débil, de que la apertura de la sociedad a la mujer por estas vías astutas, majaderas, interesadas, puede servir de algo. No creo que las mujeres sean mejores que los hombres, pero lo que sé es que no son peores. ¡Hay hombres como Ana Palacio! Me da pena verlas entrar en política, como en la Guardia Civil, en el Ejército, y no quisiera que entraran en el sacerdocio: pero tampoco querría que se dedicasen a ello los hombres, y perdieran así su ocasión de hacer el bien por la vía ordinaria y acreditada. El feminismo que aprendí cuando era chico, y que tanto me ha estorbado en la vida, era el de la igualdad absoluta, y Federica Montseny decía que no había virtudes especiales que las distinguieran, sino que eran indistintas. Recordaba ella a las que iban a contemplar la caída de las cabezas ante la guillotina y le parecían tan pérfidas como los ejecutores. Yo sí creo que son distintas, aparte del sentido del bien y del mal: y ahora los ordenadores muestran su capacidad para reconocer si un escrito lo ha hecho una mujer o un hombre.
Eso no quiere decir que sean distintos en derechos. En cuanto al fondo del ser, no sé si Esperanza Aguirre es distinta de las "tricoteuses" de la plaza de la Concordia ni si Ana Palacio es más lista que Abel Matutes para las Relaciones Exteriores: y las ideas que me surjan en ese difícil examen de ingenios pueden ser producto de mi condición satírica más que de la manía de ecuanimidad. En todo caso, todos ellos y ellas son del PP, y no tengo necesidad de máquina para distinguir el estilo de la derecha, lo emplee quien lo emplee. Pienso que Mercedes Cabrera añadirá al PSOE un poco más de inteligencia, un poco más de conocimientos y de práctica: le son muy necesarios. Es cómica la vía por la que se la ha nombrado, por la misma razón que es disparatada la manera de nombrar mujeres que tiene el PP: para sacar votos a favor de sus hombres. Un cebo. Como hace la publicidad o la moda con las pocas mujeres diferentes. Pero, al fin, sirve.
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