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Columna
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¡Jo, los eurodiputados!

¡Jo, ahora mi hermano quiere que tengamos la misma paga! Como dice que se ha nombrado a sí mismo "eurodiputado" -una palabreja que ha aprendido en la tele-, para este año que comienza se subirá la paga a sí mismo un mogollón de euros sin contar con las dietas y los desplazamientos, esa calderilla que le sirve a uno para comprarse los juguetes más caros, comer montones de patatas fritas en las mejores hamburgueserías, y otras cosas sin importancia que le dan a uno la calidad de eurodiputado "homologado", otra palabreja que ha oído en la tele. El caso es que a mi hermano el pequeño ni siquiera le importa que le quiten un cuarto de la paga de eurodiputado para su jubilación, porque sabe que con esa cifra podrá retirarse con bastante tranquilidad a Disneylandia para el resto de sus días. ¡Me da una envidia! Lo malo es que, según parece, para tener derecho a una reforma salarial de esas características hay que entender muy bien lo que es ser eurodiputado.

Según afirma papá, todos somos europeos, pero algunos son más europeos que otros -qué cosas más raras dice papá- y sólo esos pocos pueden vivir en Europa con pagas uniformemente excepcionales: los eurodiputados. Cuando le pregunté a papá qué era la "Eurocámara" en la que trabajan los eurodiputados, me contestó que es una gran sala llena de sillas semivacías, algo así como un aula del cole en la que tres cuartos de los alumnos han hecho pira. ¡Jo, yo también quiero ser eurodiputado! ¡Se suben la paga a sí mismos, y encima pueden hacer piras sin llevar justificante al día siguiente! ¿Qué se necesita para ser eurodiputado? Mi hermano el canijo dice que él ya sabe lo suficiente para ser eurodiputado, y que puede llegar a la Eurocámara con sólo conocer a la gente adecuada, estar en el momento justo y en el lugar indicado. ¡Jo, mi hermano es un inocente!

De todas formas, yo le he replicado que eso es injusto, y que si lo que quiere es ser eurodiputado y subirse la paga, nos nombraremos ambos eurodiputados y nos la subiremos de mutuo acuerdo, para que no haya mosqueos. Así que esta tarde, después del salir del colegio, he cogido el espadín que usa papá para abrir las cartas, y le he dicho a mi hermano: "Canijo, por la gracia de Dios -que es europeo- y por el poder que me ha sido otorgado como hermano mayor tuyo, te nombro desde este preciso momento Eurodiputado Infantil de la Orden de los Piroleros". Después de haber tocado su hombro izquierdo, luego el derecho, y después nuevamente el izquierdo con el espadín, mi hermano ha repetido la misma ceremonia conmigo.

¡Ahora ya somos eurodiputados! Esta misma noche, a la hora de la cena, mantendremos una seria reunión con mamá y papá, durante la cual les informaremos de nuestro nuevo cargo, y de la subida de paga del 331% que eso conlleva. Creo que ellos entenderán que sus hijos no podamos permitirnos cobrar menos paga que un niño holandés o un niño austriaco, que seguramente ni siquiera son Eurodiputados Infantiles de la Orden de los Piroleros. ¡Jo, esto de la Unión Europea es un invento fantástico!

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