Contacto íntimo y prolongado para contraer la enfermedad

La meningitis la causa una bacteria llamada Neisseria meningitidis que vive en la faringe de mucha gente sin que por ello desarrolle la enfermedad. Afecta generalmente a niños y jóvenes (se cree que con la edad el organismo va desarrollando inmunidad contra el patógeno) e inmunodeprimidos. Se transmite por contacto directo y prolongado (por las gotas que expulsamos al toser o al hablar). Por eso es más frecuente en invierno que en verano (el ambiente está más cerrado, la gente tose más y otras infecciones pueden pueden facilitar el desarrollo de la enfermedad). Con todo, tiene baja trasmisibilidad, no es fácil contagiarse.

Cuando la bacteria desencadena la enfermedad, lo que hace es que llega al cerebro e inflama las meninges, que son las membranas que envuelven el encéfalo. La enfermedad se cura si se ataja a tiempo con antibióticos. En algunos casos (menos del 5%) se produce una infección de todo el organismo y suele ser mortal.

La infección empieza con fiebre muy alta, dolor de cabeza y vómitos, por lo que se puede confundir con una gripe. No ocurre en situaciones de alerta como la de Nerva, porque médicos y enfermos están muy pendientes.

Hay dos tipos principales de meningitis, B y C. La B es la más frecuente en España (el 65% de los casos), que tiene una mortalidad del 5% y no existe vacuna. La meningitis C es más virulenta. Cuando aparece un caso de meningitis B, como los registrados en Nerva en primavera, el Centro Nacional de Epidemiología recomienda dar tratamiento con antibióticos a las personas que han estado en contacto íntimo y prolongado con el enfermo. No se extiende el tratamiento para evitar que aparezcan resistencias. Sólo en casos excepcionales se recomienda vacunar a todo el grupo de población. La Junta optó por esta opción en Nerva aconsejada por su comité de expertos.