Acato, pero protesto
'Acato, però protesto' es el título de uno de los poemas del libro Els àngels no saben vetllar els morts, de Pere Oliva, seudónimo usado por Joan Reventós como poeta ya desde su juventud. En este libro, su último poemario, publicado en 1996, Reventós reflexionaba con obsesiva lucidez acerca de la muerte, sobre la que el propio Pere Oliva escribía así: "La mort esdevé un enigma concretat en l'expectativa individual de la pròpia mort, coronant el concepte d'injustícia singular o universal del destí de l'home".
Ahora, cuando por fin la muerte se nos lo ha llevado para siempre tras casi tres años de padecimientos de todo tipo, serán muchos los que escribirán y hablarán sobre el político Joan Reventós, sobre el resistente antifranquista desde sus años de juventud, persistente y consecuente, y sobre el gran artífice de las principales organizaciones unitarias de la catalanidad democrática, y sobre todo acerca del responsable político principal de la unidad del socialismo catalán en un solo partido, lo que sin duda para él constituyó siempre su principal motivo de satisfacción y orgullo. Escribirán y hablarán también de sus éxitos y fracasos electorales, de su muy positiva labor diplomática como embajador español en Francia y de sus últimos años de actividad política pública, como senador y como diputado y presidente del Parlament de Catalunya.
Joan Reventós fue emocionalmente tan frágil y cálido como apasionado y entrañable
Existieron, no obstante, otros muchos Joan Reventós. Quienes tuvimos el privilegio inmenso de tratarle en la intimidad y gozamos de su amistad personal no podremos olvidar nunca a aquel Joan Reventós emocionalmente tan frágil y cálido, apasionado y entrañable en su, a veces, aparentemente abrupto trato personal. Aquel Joan Reventós capaz de apasionarse tanto en una exhibición castellera como de emocionarse en la lectura de un poema. Aquel Joan Reventós que hallaba siempre en la vendrellense playa de Sant Salvador su propio espacio de libertad personal. Aquel Joan Reventós con sus siempre inseparables amigos en entusiastas partidas de dominó, jugando todos con la vista puesta en sus fichas y al mismo tiempo en el mar. Aquel Joan Reventós interesado en todo momento por saber más de lo que sucede en el mundo, ávido de las experiencias vividas por sus amigos viajeros. Aquel Joan Reventós con una curiosidad intelectual constante, lector impenitente de todo tipo de libros y editor él mismo durante muchos años, al frente de Ariel. Aquel Joan Reventós escritor, y autor no sólo ni en especial de ensayos políticos sino también de un buen número de libros de poemas, así como de novelas, narraciones e incluso de unas memorias que, como sabemos los pocos que tuvimos el privilegio ya de leerlas y comentarlas con él, constituyen un muy fiel reflejo de la personalidad humana, intelectual, moral y política de Joan Reventós. Aquel Joan Reventós capaz de ser amigo, y muy buen amigo, de personas de todo tipo y condición, y al mismo tiempo capaz de romper el trato personal con quien era indigno de él. Aquel Joan Reventós, en suma, siempre respetuoso con todos pero tozudo en la defensa de su propia concepción del mundo.
Más allá de la indiscutible importancia histórica que tiene y tendrá la figura de Joan Reventós en el mundo de la política catalana y española, con aportaciones personales de extraordinaria relevancia, para quienes tuvimos en Joan Reventós a mucho más que un dirigente o líder político, para quienes tuvimos la suerte de tratarle íntimamente durante tantos años -ya casi 40, en mi caso, desde que le conocí en la citada playa de Sant Salvador-, su muerte representa la desaparición física de un referente ético y humano. Su moralidad intachable, su honradez a carta cabal, su fidelidad insobornable a sus propios principios ideológicos y políticos, su característica bonhomía y su lealtad incesante a sus amigos, su sentido patriarcal de las relaciones familiares, su amor y su afecto como esposo, padre, abuelo, hermano o pariente constituyen para nosotros un patrimonio tanto o más importante que el que Joan Reventós nos deja en el terreno estrictamente político y cívico.
En estos momentos de emoción, cuando por fin la muerte nos deja sin su presencia física pero con su recuerdo para siempre, es inevitable recordar sus propios versos, los que Joan Reventós-Pere Oliva escribió en su ya citado poema, 'Acato, però protesto':
"Desconcert, soledat abando[nada,
anuncien la immediata arribada.Ressentiment i amargor desola- [da
acompanyen l'esperança crema- [da,
convençut que amb res serà ajor- [nada.
Feliç qui té radical decisió
concretada en serena convicció
d'acceptar que tenim com a [missió
obrir ponts segurs d'accés a la [mort,
fins consentir tot l'absurd d'aquest [tort.
Acceptar la mort com un fet no [és clar,
ni assumir-la com una transpa- [rència.
No la tem qui menysprea la vida,
si es veu com un trànsit a un nou [mirar.
Sols per qui mor, morir és expe- [riència,
sostreta al món de la conscièn- [cia.
No la busqueu dins de cap vivèn- [cia:
deshumanitzar la mort, no hi ha [clemència".
Yo también, Joan, de nuevo "acato, però protesto".
Jordi García-Soler es periodista.
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