"Siento la necesidad de un agradecimiento permanente"
Cuando dos veces al año Héctor Alterio (Buenos Aires, 1929) viaja a Argentina, practica en el avión el acento porteño y habla despacio para no incorporar latiguillos como "vale", ni decir palabras que tienen otro sentido que en España, donde vive desde hace 29 años. "Al mes de estar allá, ya estoy añorando esto, volver al terruño, como se dice. Les parezco un gallego", confesaba el viernes en Madrid. En esta ciudad tiene su residencia, y en ella el próximo día 31 de enero recibirá el Goya honorífico. Cinco de las 115 películas que ha interpretado han sido candidatas a los Oscar -La tregua, La historia oficial, El hijo de la novia, El último tren y Kamchatka - y muchos son los premios obtenidos por filmes españoles como Cría cuervos, Pascual Duarte, El crimen de Cuenca, El detective y la muerte o, recientemente, Noviembre.
"Mis hijos llevan esta profesión con realismo, eso me tranquiliza"
Pregunta. Vino a España para una semana y lleva 30 años.
Respuesta. Sí, siendo protagonista de La tregua. Escrita por Mario Benedetti y dirigida por Sergio Renán, vine a presentarla al Festival de San Sebastián de 1974. Tenía en mi haber tres protagonistas en el cine argentino y pedí una semana de permiso a la empresa del teatro en el que estaba representado Sabor a miel para venir a España. Se produjo la amenaza de la Triple A y me quedé a la espera de que estuviera equivocada, lo que uno piensa siempre. Cuando la agrupación de ultraderecha empezó a matar gente, mi mujer, con mi hija de seis meses y mi hijo de dos años y medio, vinieron para aquí para comenzar una aventura, incierta por cierto, pero afortunadamente superada.
P. Debió de ser duro revivir esos momentos en Kamchatka.
R. Sí, al leer el guión, no al hacerla. Yo salí de ahí en el mejor de los mundos, con la popularidad que te dan las películas de éxito. Y todo lo que refleja Kamchatka lo viví a través de amigos que lograron llegar aquí y lo contaban. Pero a 13.000 kilómetros de distancia también sufrí miedo. Un argentino amenazó al hotel Wellington de Madrid -donde estábamos radicados todos los de la delegación que habíamos venido de San Sebastián- con poner una bomba si seguían alojándome a mí, que ya estaba amenazado en Buenos Aires. Pero siempre hubo solidaridad, gente generosa que me cobijó. Sentía miedo al caminar por la calle con mi hijo, o al asomarme al balcón del hostal donde estábamos viviendo en Bravo Murillo, temor a que alguien estuviera ahí. Lo cuento como si fuera a otro al que le hubiera pasado. Cosas del tiempo y de la mente.
P. Núria Espert, Gila o Querejeta le tendieron entonces una mano.
R. Tuvieron la generosidad de darme trabajo y ayuda en un momento que ya está superado. Tengo un trato sumamente cordial con Núria, con Juan Diego, con Querejeta..., con tanta gente, que siento la necesidad de un agradecimiento permanente.
P. ¿Qué hubiera sido de su carrera en Argentina?
R. No lo sé. Me tengo que remitir a compañeros míos que tuvieron el coraje de quedarse y la suerte de seguir vivos haciéndole frente a la situación, haciendo teatro en lugares en los que no se les permitía hacerlo. Hubiera hecho lo mismo. No me hubiera ido. Dio la circunstancia de que me fui por otras razones. ¿Adónde iba a ir? Viajar se me hacía difícil. No por la economía, sino por mi manera de ser. No imaginaba trabajar en otro lugar que no fuera Argentina. Lo máximo que pensaba era cruzar a Montevideo.
P.Usted abrió camino y luego llegaron Luppi, Aristarian, Cecilia Roth...
R. Bueno, realmente había ya argentinos que cubrieron otra época sociopolítica. Yo llegué en el último coletazo del franquismo y la primera etapa de la transición, y eso contribuyó a que la industria se revitalizara con un montón de gente que hasta ese momento estaba alejada. Fue una época realmente maravillosa por las expectativas, por el cambio... Y luego surgió la posibilidad de retornar a mi país y compartir una filmografía con la otra. Ahora, en cierta medida, este premio viene a consolidar esa aportación que hace España al cine en Argentina. Le dio una inyección a la industria que posibilita las coproducciones. Me siento un poco abanderado.
P. ¿Nunca pensó en volver a Argentina?
R. Sí, muchas veces pero, por una circunstancia u otra, no lo hicimos. Es un poco cómodo por mi parte y por mi mujer esperar a que el tiempo determine en qué momento tomar esa decisión.
P. ¿La comunidad argentina en Madrid está unida?
R. Hay muchos colegas actores que están trabajando muy bien aquí, y eso me hace sentir bien. Hay interés en consolidar ese aglutinamiento a través de La Casa Argentina y a través de revistas como Suceso Argentino, que es trimestral. También hay muchos jugadores de fútbol que nos hacen quedar muy bien. Allá hay un porcentaje de gente sumamente importante que está optimista sobre el cambio sociopolítico de mi país a través del nuevo Gobierno. Parece con ganas de cambiar las cosas. En Navidad tenemos reuniones, mayoritariamente de argentinos, que no nos vemos en todo el año y festejamos el cambio de año dos veces con cuatro horas de diferencia. Es parte del juego nostálgico.
P. ¿Qué cine le gustaría hacer?
R. Me hubiera gustado participar en el neorrealismo italiano. Soy de origen italiano pero, más allá de eso, me atrae la creatividad, el humor y la acidez que hubo en todo ese movimiento. He trabajado mucho en Italia y hablo italiano, con la desventaja de que lo escuché de pequeño y no tengo una formación académica. Caigo en errores gramaticales. Pero me sirve para entenderme, trabajar allí, leer mucha novela italiana. Como no pudo ser el neorrealismo, hoy no sé. Yo lo que quisiera es tener continuidad de trabajo.
P. ¿Quizás trabajar con sus hijos, Ernesto y Malena?
R. Existe la posibilidad ahora de hacer con mi hijo Semen. Él, protagonista, y yo, como padre. Me hace mucha ilusión. Una vez trabajamos en una coproducción argentina, Tango feroz, pero no recuerdo las sensaciones que tuve. Esto es más serio. La dirigen las mismas directoras de A mi madre le gustan las mujeres, Daniela Fejerman e Inés París, y, si llega a buen puerto, será en marzo.
P. No quería que sus hijos fueran actores. ¿Se alegra ahora, vistos sus éxitos?
R. Esta trascendencia que están teniendo con sus trabajos sé que no les va a afectar en su vida y eso habla a su favor, porque están llevando esta profesión con realismo, y eso me tranquiliza a mí y a la madre, a mi mujer. Les queda mucho camino por recorrer.
P. En la gala de los Goya, usted recogerá el premio honorífico, y quizás su hijo el de mejor interpretación por Días de fútbol.
R. He hablado de ello con Ernesto. El solo hecho de estar nominado implica ya un galardón, aunque eso todo el mundo lo dice. En el fondo, desearía de todo corazón que se lo dieran a él, forma parte del amor paterno-filial. Pero yo no quiero hablar de ello, tengo cierto compromiso con él.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.