_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Seamos prácticos

De todas las carencias que tiene Almería (aguas, transportes, limpieza, etc.) la que más nos duele es la carencia de El Corte Inglés. Ya lo hemos dicho aquí alguna vez, pero no nos cansamos de denunciarlo: ¡Somos la única provincia andaluza que no tiene ni un miserable Hipercor! Y eso que "Almería crece más que España", como titulaba a toda página el viernes pasado La Voz de Almería. Según un informe sobre la coyuntura regional española que acaba de publicar cierto gabinete de estudios económicos, desde septiembre de 2002 a septiembre de 2003 el crecimiento económico de Almería llegó hasta el 4,1% mientras que el de España no superó el 2,6%. ¿Cómo se explica entonces la ausencia de esa firma en una ciudad que además de ser próspera es la cuna del GIAL, el partido de Megino?

¿Megino otra vez? ¿Qué hace Megino en una columna sobre El Corte Inglés? En el número citado de La Voz de Almería el periodista Juan Torrijos se hace eco de un rumor que circula por la ciudad: Megino se ha reunido con estos grandes almacenes y con los curas del colegio de La Salle, propietarios de un formidable edificio en la céntrica Rambla de Almería, porque los de Isidoro Álvarez están muy interesados en levantar en ese solar el almacén de nuestros sueños. La negociación, sostiene el periodista, está bastante avanzada. ¿Será Megino el hombre elegido por la Providencia para traer El Corte Inglés a esta olvidada parte de Andalucía? Si es así, propongo inmortalizarle poniendo su nombre a una variedad de tomate.

Pero debemos ser cautos. Este no es el primer intento que hace un cargo municipal de alisar el camino a los almacenes de Isidoro Álvarez. La primera vez que El Corte Inglés pensó abrir una sucursal en Almería eligió la antigua estación de autobuses, que hoy se pudre abandonada en el centro de la ciudad. Luego se dijo que los grandes almacenes preferían una instalación del antiguo cargadero de mineral, el llamado Toblerone, una monstruosa estructura metálica que se parece a la famosa chocolatina. Llegó a hablarse del mercado central, y daba la impresión de que allí donde pusiera el dedo Isidoro Álvarez allí conseguiría el Ayuntamiento un solar vacante y bendecido por el PGOU.

La razón que se esgrime para que un ayuntamiento se muestre tan complaciente con una empresa privada es la de siempre: que su venida es beneficiosa para la ciudad y que allí donde se instala El Corte Inglés la economía crece. Pero también crece sin él, según han dicho los economistas. No sé qué pensarán de todo esto los pequeños comerciantes. En todo caso, no seré yo quien se oponga a La Venida. Es más: creo que ahora que la política se ha convertido en mera gestión, El Corte Inglés debería abrir una división electoral. En un país donde el sentido práctico está tan acusado que los líderes de izquierda defienden sin pudor la pesca de votos en los caladeros del centro-derecha, Isidoro Álvarez arrasaría. ¿O acaso no pondríamos en manos de El Corte Inglés los trasvases, los transportes, la limpieza y hasta la unidad de España? Con la seguridad adicional de que, si no quedamos contentos, nos devuelven el dinero.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_