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Dos multinacionales presionan al consistorio de Lliçà d'Amunt para que recalifique terrenos

Simón y Mango esperan permiso desde hace años para desarrollar sus planes de expansión

¿Actividad industrial a cualquier precio u ordenación urbanística? Éste es el ser o no ser al que se enfrenta Lliçà d'Amunt (Vallès Oriental) en la contienda que mantiene su Ayuntamiento, gobernado por ERC e ICV, con varias empresas, encabezadas por Simón y Mango, que presionan para la recalificación de terrenos.

Los habitantes de Lliçà d'Amunt, a tres kilómetros de Granollers, hace aproximadamente 20 años se dedicaban en su mayoría a la agricultura, ya que entonces sólo vivían 2.300 personas en la población y no durante todo el año. Hoy residen en ella alrededor de 11.500 personas, que se benefician de la frenética actividad industrial de los municipios colindantes y de las numerosas urbanizaciones alegales heredadas del desorden residencial del franquismo.

La industria, sin excesiva presencia en el municipio, tampoco escapa a ese caos. Existen dos polígonos. Uno, el de Molí d'en Fonolleda, está pegado al sur del núcleo urbano y lo forman más de una docena de pequeñas y medianas empresas. El segundo, a orillas del río Tenes, está aún en construcción pero ya trabajan en él tres firmas, la mitad de las que puede alojar.

Simón Holding es la compañía que se siente más perjudicada. Cansada de esperar la autorización municipal para instalar varias plantas del grupo (Cima Box, IEP, Major Mecánica y Electrónicas del Vallés) que tiene repartidas por Martorelles, Sant Adrià de Besòs y Terrassa, y que necesitan espacio para crecer, en un terreno agrícola de medio millón de metros cuadrados que compró hace más de cinco años conocido como Ca l'Amell, al norte de Lliçà, la multinacional líder del pequeño material eléctrico se está planteando seriamente tirar la toalla. "Nos dicen que están encantados con nosotros, pero que en Ca l'Amell no nos quieren", lamenta el director general de Simón, Xavier Torra.

La segunda compañía en liza con el Ayuntamiento es Mango. La cadena de moda, con sede en Palau-solità, se encuentra con un problema prácticamente idéntico al de Simón. Hace un par de años adquirió un terreno de 120 hectáreas destinado a uso comercial, situado justo al lado de la carretera C-17, con el propósito de construir en él un centro logístico de 200.000 metros cuadrados de techo.

A la espera de reactivar el proyecto -"nos gustaría estar allí dentro de cinco o seis años", señala el director general de Mango, Enric Casi-, ha suplido su necesidad con una mejora informática que le permite proveer a las 700 tiendas que tiene esparcidas por todo el mundo en tiempo récord.

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"Es una lástima. Estábamos en negociaciones muy avanzadas con el Gobierno de CiU", explica Casi. El plan inicial de la cadena de moda preveía una inversión de 180 millones de euros y la creación de más de 5.000 puestos de trabajo.Simón y Mango adquirieron sendos terrenos con el compromiso de los anteriores gobiernos autónomo y local de CiU de recalificarlos para uso industrial.

¿Cuál es el problema entonces? El enredo urbanístico de la localidad vallesana, según señala Ferran Miralles, concejal de Territorio y Medio Ambiente de Lliçà, quien subraya: "No es cierto que no queramos industrias en el municipio". "¿Cómo no vamos a quererlas, con la paupérrima situación económica de nuestras arcas municipales?", se exclama Miralles, quien reconoce una deuda del Ayuntamiento de Lliçà d'Amunt de 11,5 millones de euros. "Claro que nos preocupa Simón, pero no estamos dispuestos a seguir tolerando todo este desorden urbanístico".

Y es que no sólo los terrenos adquiridos por Mango y Simón no están calificados para uso industrial. Existen otras tres importantes empresas de histórica actividad en Lliçà d'Amunt "desperdigadas" por el municipio, y dos de ellas, además, en espacio agrícola: Biokit (propiedad de la familia Rubiralta), dedicada a la investigación y producción de reactivos de diagnóstico clínico, y una planta del grupo industrial alemán Bosch. La tercera, Figueras (fabrica asientos para teatros, cines, auditorios, etcétera), está ubicada al norte del núcleo urbano.

El gran objetivo del nuevo Ayuntamiento progresista de Lliçà d'Amunt es "concentrar la actividad industrial en una única zona y no en pequeños pedazos de territorio que, además, no son de uso industrial; hacer como un tres en uno", explica Miralles, quien recrimina a Simón y Mango que quieran beneficiarse de los precios que pagaron por sus respectivos terrenos, sensiblemente inferiores a los que hubieran abonado en caso de ser suelo industrial.

Por su parte, tanto Simón como Mango argumentan que sus respectivos proyectos incluyen destinar grandes espacios a zona verde, con bosque y parques incluidos, y hasta la cesión al pueblo, en el caso de Simón, de una ermita románica que preside Ca l'Amell.

Al Ayuntamiento le gustaría reordenar la actividad industrial de Lliçà d'Amunt alrededor de los terrenos de Mango. "Creemos que las empresas nos han entendido", señala Miralles, aunque añade que "parece que Simón no tiene ningún interés en adquirir suelo industrial".

Xavier Torra, por su parte, considera "complicadísimo" el traslado del holding por el tipo de transacción que requiere, mientras que Enric Casi señala la "buena sintonía" que hay entre Mango y el consistorio de Lliçà para la consecución de un acuerdo que "satisfaga a todas las partes".

Simón no cuenta con ello a corto o medio plazo y amenaza con marcharse con la industria a otra parte, hasta el punto de llevar producción fuera de Cataluña, ante la imposibilidad de encontrar suelo industrial "a unos precios razonables". En septiembre, la compañía ya hizo una declaración de intenciones al adquirir 15.000 metros cuadrados de terreno en Tánger, Marruecos.

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