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Entrevista:TROTAMUNDOS | FERNANDO TEJERO | ACTOR | EL VIAJERO HABITUAL

De Córdoba a Lavapiés

Córdoba-Madrid y vuelta, 52 fines de semana al año, durante cuatro años. Multipliquen y parecerá que, más que de un actor, habláramos de un camionero. Tal fue el trasiego que este cordobés, Serafín en la película Días de fútbol, tuvo que soportar en su lucha por su sueño.

Así que pescadero en Córdoba de lunes a jueves, y estudiante de arte dramático en Madrid los fines de semana.

Eso es, un palizón. Yo pensaba que la meca de mi sueño estaba en la capital, así que me matriculé en la escuela de Cristina Rota. Cada viernes cogía el sevibús. Cuatro horas y media de viaje, y otras tantas a la vuelta. Me salieron varices y todo.

Conocería a los conductores al dedillo, digo.

Conocía a toda la flota. De la chica que vendía los billetes en la ventanilla a los chóferes, pasando por los viajeros habituales, como yo. El otro día fui a acompañar a un amigo que iba a coger ese autobús y la taquillera me dijo: "¿Qué, esquirol, ahora viajas en el AVE?".

Habrá fraguado muchas conversaciones.

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Hombre, procuraba dormir; pero como me enrollo como las persianas, siempre charlaba. Luego estaban esas películas horrorosas que ponían, de las de los años setenta. Menos una vez, que pusieron Candilejas. Debieron de equivocarse.

¿Dónde dormía en Madrid?

En una pensión supercutre en Doctor Cortezo, cerca de Lavapiés. Por las 1.100 pelas que pagaba no podía ser la suite del Palace.

¿Le dieron sus fondos para salir de marcha por Madrid la nuite?

Salía con mis compañeros por los baretos de Lavapiés, que son baratos, y tomaba algunas copas gratis en El Sol, un local donde estaba de camarero un amiguete.

Pero saldría de paseo por los Madriles, que eso es gratis.

Claro, solía ir al Retiro, que me recordaba a Córdoba. Y algunas veces también paseaba por el Museo del Prado o por el parque de las tetas, que está en Vallecas. Lo llaman así por las dos montañitas que tiene, ¿sabes?

¿Algún capítulo funesto en su paso por la ciudad?

A los tres días de llegar me robaron la cartera mientras hablaba con mi madre desde una cabina. Me pasé cuatro horas llorando en mi pensión, por la impotencia.

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