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Reportaje:

Putin se queda sin rivales

El presidente acudirá sin adversarios de peso a las elecciones rusas de marzo

Pilar Bonet

Las elecciones presidenciales de Rusia mantendrán el pluralismo formal: el popular Vladímir Putin tendrá varios rivales de apariencia verosímil, aunque ninguno de ellos le suponga un desafío serio. En los comicios del 14 de marzo la principal incógnita no es quién los ganará, sino cuántos de los candidatos han sido animados por el Kremlin a competir con el actual líder para dar legitimidad a la contienda.

La campaña presidencial concluyó ayer su primera etapa, cuando la Comisión Electoral Central autorizó la formación de grupos de apoyo para los últimos tres "aspirantes a candidatos", que se presentan por su cuenta y que podrán competir si recogen 2 millones de firmas para el 28 de enero. Se trata del economista de izquierdas Serguéi Gliázev, el empresario báltico Anzori Akséntiev y la copresidenta de la Unión de Fuerzas de Derechas, la liberal Irina Jakamada. Con ellos, el número máximo de los potenciales candidatos se eleva a diez, incluido Putin, que se presenta también por su cuenta. Sólo 3 candidatos son respaldados por partidos políticos, y ni siquiera son sus líderes (Partido Comunista, Partido Liberal Democrático del demagogo Vladímir Zhirinovski y Partido de las Regiones Rusas).

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La incongruencia con la que se expresan algunos de los rivales del actual inquilino del Kremlin invita a pensar en componendas entre bastidores. Serguéi Gláziev, uno de los líderes del bloque Ródina (Patria), competirá, pese a haber asegurado hace menos de un mes que no iba a hacerlo. Y no sólo eso. De Ródina, que tan buenos resultados obtuvo en las legislativas de diciembre, procede otro de los candidatos, el ex jefe del Banco Central de Rusia Víktor Geráshenko. Al no presentarse en nombre de Ródina, sino por su cuenta, ni Gláziev ni Geráshenko se ven obligados a recoger dos millones de firmas para competir, un trámite del que están eximidos los candidatos de fuerzas políticas con representación parlamentaria.

Por su parte, el jefe del Consejo de la Federación (la Cámara alta), el peterburgués Serguéi Mirónov, más parece un asistente que un contrincante de Putin, su paisano. "Apoyamos la política del presidente y hay que apoyar al mismo presidente. Debemos mostrar que no está solo y que no lucha contra pompas de jabón", ha dicho.

Las elecciones parlamentarias de diciembre han marcado una involución de la democracia rusa. La cuarta Duma postsoviética, donde los seguidores de Putin (Rusia Unida) tienen una mayoría constitucional superior a 300 diputados (de un total de 450), evoca el Sóviet Supremo de la URSS (el Parlamento soviético), que, antes de la perestroika de Mijaíl Gorbachov se limitaba a refrendar las decisiones de la dirección del Partido Comunista.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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