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TECNOLOGÍA | Electrónica

Los nuevos aparatos para sordos son ordenadores minúsculos dentro del oído

Los audífonos de última generación son casi todo menos un mero amplificador del sonido. En minúsculas carcasas de apenas un centímetro cúbico de volumen es posible encontrar dos micrófonos multidireccionales, un amplificador capaz de alcanzar 140 decibelios, un altavoz y un paquete de por lo menos cuatro chips de silicio que almacenan medio megabit de memoria que da cabida a programas informáticos que se ajustan automáticamente a distintos escenarios acústicos. Y por lo que parece, esto no es el final, sino un simple tránsito hacia la promesa de aparatos extraordinariamente individualizados gracias a la miniaturización y a la integración de los últimos logros de la tecnología digital.

Algunos modelos tratan de conjugar el audífono digital con tecnologías como la telefonía móvil

Por el momento, la personalización extrema no es posible, pero los audífonos digitales disponibles empiezan a acercarse a este objetivo. La idea que planea en la mente de los grandes fabricantes del sector no es sólo disponer de un instrumento capaz de reproducir exactamente los sonidos de un entorno, sino discriminar entre el llamado sonido útil y el ruido, ofrecer soluciones para distintos escenarios y, sobre todo, personalizar esas soluciones de acuerdo a las preferencias, hábitos o necesidades de cada individuo. En paralelo, alguno de los últimos modelos tratan de conjugar el audífono digital con otras tecnologías como la telefonía móvil o la transmisión por ondas de radio.

"Adaptar un audífono no es como ajustar unas gafas", razona Valentín Chapero, director general de la compañía suiza Phonak, una de las líderes del sector. El proceso auditivo, además de ser más complejo desde el punto de vista fisiológico, continúa, "tiene mucho de subjetivo". Por este motivo, la corrección de cualquier defecto exige no sólo un examen audiométrico para medir la pérdida de audición. También requiere ajustar el aparato a los hábitos y condiciones de vida de cada uno de los potenciales usuarios, lo cual introduce una enorme complejidad tecnológica al diseño de nuevos aparatos.

¿Por qué tanta complejidad? "No es lo mismo un ambiente ruidoso que otro silencioso", responde Chapero.

O estar en la calle, en un bar o en la escuela o, simplemente, escuchando música o hablar por teléfono. Cada ambiente y cada situación presentan parámetros físicos determinados a los que el oído humano sano es capaz de dar respuesta. Lo mismo, aunque queda todavía un largo trecho por recorrer, pretenden los audífonos digitales.

Los audífonos digitales analizan en la actualidad algo más de 80 parámetros. Entre otros, los que influyen sobre la resolución temporal como el nivel de amplificación y de potencia, el ancho de banda (de 100 hercios a ocho kilohercios), el ajuste de canales (algunos modelos ofrecen una veintena de canales de sonido), la resolución de frecuencia, la compresión de la señal acústica o la resonancia. La suma de todos estos parámetros transforma el audífono en una diminuta caja de mezclas dotada de un analizador de frecuencias a los que pueden, todavía, añadirse un par de micrófonos con los que lograr direccionalidad.

El uso de sistemas expertos hace el resto, asegura Chapero. Los distintos parámetros se modulan a través de software específico que va regulando sus niveles de acuerdo con el audiograma y las percepciones subjetivas de cada individuo. El resultado es un conjunto de datos que se almacenan en la memoria interna del audífono generando distintos programas que se ejecutan de forma automatizada dependiendo del ambiente acústico.

El último modelo de Phonak, que ha conseguido generar un estándar en la industria audiológica, añade un control remoto opcional con el que manipular estos programas, además de algunos parámetros básicos. Otro instrumental añadido son micrófonos multifrecuencia que emiten el sonido captado a través de ondas de radio directamente al audífono, un sistema pensado especialmente para niños en edad escolar o para ambientes agresivos en los que hay mucho ruido ambiental (el equipo suizo que ganó la última Copa América estaba equipado con este instrumental); o la implementación de tecnología bluetooth para adaptar el teléfono móvil al audífono.

El futuro, señala Chapero, pasa sobre todo por la capacidad de incrementar el volumen de memoria informática insertado en los audífonos. Esta mayor disponibilidad, en la que se encuentra trabajando toda la industria del sector, debería permitir dotar a estos instrumentos de mayor número de programas y, sobre todo, de la posibilidad de autoaprendizaje. Es decir, dotar al audífono de capacidad para autorregularse en función del ambiente y del comportamiento individual.

Audífono intra-auricular (arriba) y retroauricular, ambos con cuatro 'chips' de memoria para almacenar configuraciones personalizadas.
Audífono intra-auricular (arriba) y retroauricular, ambos con cuatro 'chips' de memoria para almacenar configuraciones personalizadas.PHONAK

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