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Columna
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Navidades raras

Puede haber Navidades blancas, Navidades consumistas o para Navidad todos en casa, pero Navidades raras deben de producirse una vez cada tres mil años. O así. Pues bien este año tocaban. Mientras la ESA (Agencia Espacial Europea) mandaba la sonda Beagle 2 a Marte para ver si detectaba vida, 400 millones de kilómetros más aquí, la ETA mandaba a unos marcianos a ver si daban muerte al mayor número posible de terrestres en una estación espacial de Madrid. Ya sé que escépticos como son, o estarían con Mister Spock buscando ampliar con él su plan a los cráteres marcianos, dirán que se trata de una mera coincidencia, porque ESA y ETA tienen tanto que ver entre sí como la Nochebuena y Navidad, pero ¿y si les dijera que hay más? Fuentes bien informadas aseguran que las notas musicales compuestas por Blur para la misión marciana se han escuchado perfectamente pero no procedían del Planeta Rojo sino de otro que, además de rojo (o socialista) quieren verde y euskaldun, vamos, que los terroristas fueron capturados porque nada más desprenderse de sus airbags dieron el cante.

Lo supo Alex de la Iglesia: el Día de la Bestia sólo podía sobrevenir en Navidad. Pero por más que la Bestia haya vuelto a ser neutralizada, subsisten algunas cuestiones. Que ETA iba a atentar ya se supo a través de aquel zutabe donde aseguraba que los atentados eran más necesarios que nunca. No debían de pensar lo mismo sus compinches que creían poder asegurar, poco después de que se hiciera público el zutabe, que la Bestia no atentaría si se conformaba una candidatura para las elecciones de marzo entre todos los nacionalistas. Y mientras alegre y combativamente la cuadrilla de SA iba hinchando el globo o el espejismo en el que necesitaba creer, y crecía el número de voces en su seno que repudiaba la violencia, héteme aquí que los marcianos preparaban su propio amartizaje, que es como un amortizaje pero sin red, y les dejaba con el culo al aire. Pero como hay alienígenas para todo, los más recalcitrantes seguro que siguen creyendo en la vieja teoría de la acumulación de fuerzas: amontonar cadáveres en la mesa para que pesen en la decisión.

Pero, ¿de qué decisión se trata? Desde luego, con cadáveres la Bestia no consigue, como ya se ha dicho, sino sabotear cualquier intento de los suyos para armar una alternativa política que ponga fin al periodo de caricatura por el que pasan. Pero es que también hacen que se les pongan en contra los amiguitos de Spock porque están vendiendo su plan de autodeterminación a plazos como la única posibilidad de traer la paz y, claro, si no viene van a quedar como vendedores de humo. ¿Buscaría la Bestia producir una serie de atentados sangrientos para ofrecer, acto seguido, una tregua en la que obtendría alguna cláusula ventajosa al mostrar que tiene capacidad para producir masacres sin cuento? Difícilmente, porque a raíz de la tregua del 98 y de la reanudación de los asesinatos ETA y su mundo sufrieron una convulsión interna feroz que les puso al borde del colapso ideológico y operativo, colapso del que salieron jurando que para evitar semejantes desgastes lo mejor sería no conceder más treguas.

Pero si, por lo que parece, ETA no hace más que ir a su bola matando para que se le tenga en cuenta, o sea, como siempre, pero con la peculiaridad de que no está ofreciendo una alternativa política clara -ya no se habla ni de negociación con el Estado, ni de poderes alternativos vía udalbiltzas- en la que involucrar a su brazo político, un brazo que ya no tiene más que calambres porque cada plan que bosqueja se lo cortocircuitan los mandamases, ¿no será el síntoma claro de que está pasando a la historia? Da la impresión de que nos encontramos ante una ETA que está agotando su combustible -hay más desmoralización que operatividad- y que está perdiendo la órbita para darse el gran morrón marciano. Sólo falta que se lo crean los Spock y compañía, pero también los marcianitos sin sonda (ni suero) de la Sociedad Anónima o SA.

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