Trabajar mata
Somos rumiantes silenciosos de conquistas indecentes que el poder mediático se encarga de convertir en verdades inmutables. Las cruzadas de nuestro tiempo vienen en formato 3D y con un libro preciso de instrucciones en el que todo gira en torno a la prevención. Sacrificamos demasiado, no sólo tiempo y dinero, por una vida saludable, pero el gimnasio y el lifting no consiguen frenar a la osteoporosis silenciosa ni al Alzheimer clandestino, y en la equivocada convicción de que nos vamos haciendo más jóvenes con la edad no vemos la urgencia de atender a una población envejecida que quiere vivir más tiempo, pero sin perder la dignidad conforme se ganan años. Hemos emprendido una lucha sin cuartel contra el tabaco con heraldos que parecen esquelas, en las que se nos recuerda que fumar mata, o que fumar perjudica seriamente su salud y la de los que están a su alrededor. ¿Con cuánto peligro acechante convivimos en silenciosa armonía? Esta campaña que trata al fumador empedernido no como enfermo, sino como delincuente choca con evidencias de mayor cuantía de las que nadie nos previene. ¿Por qué antes de empezar el tajo no anuncian que trabajar en la obra mata o trabajar en la obra puede dejarle a usted parapléjico y a su familia sin recursos?
Desde nuestro bienestar nos limitamos a mantener un cierto espíritu crítico, una conveniente dosis de escándalo, pero acabamos conviviendo igual con un ataque preventivo que con la justificación de sentencias jurídicas imposibles desde el sentido común, porque, en ocasiones, vivir instalado en una épica esforzada en cambiar el mundo, resulta más fácil que ordenar las tareas domésticas elementales que permitan algo tan decente como ir a trabajar sin miedo a volver tullido o sin vida.
Para evitar accidentes que aumenten la nómina de personas con discapacidad deberíamos esforzarnos todos. Lo malo es que uno siempre se cree que la silla es cosa de otros, que la inseguridad está en la obra de al lado y que, en el peor de los casos, a nosotros nos tocaría un juez que no se jacte, como Pedro Martín, de que hace años que no lee los diarios para no contaminarse.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.