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Reportaje:

Del globo al motor ultramoderno del Eurofighter

Una exposición recorre los cien años de historia de la aviación española incidiendo en los hechos relacionados con Madrid

Del globo rústico en el que se subió la reina María Cristina en 1889 ante la envidia del resto de personajes de la realeza mundial hasta el motor ultramoderno del avión Eurofighter han pasado más de cien años. Un siglo en el que los aviones han pasado a formar parte del paisaje madrileño y han alimentado muchos insomnios por culpa del infernal ruido de los motores al aterrizar y al despegar. La exposición Cien años de aviación en Madrid, instalada hasta el próximo 4 de enero en el Museo de la Ciudad, ha obviado los males que acarrean los aviones para los residentes que viven cerca de los aeropuertos y ha optado por una visión más idílica y heroica de los aviones y los aviadores.

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Sin quejas por el ruido

La muestra, no apta para personas con miedo a volar ni para antimilitaristas, recuerda a través de fotografías, maquetas, material aeronaútico, pinturas y planos la evolución de la aviación española y en especial de los acontecimientos relacionados con Madrid. Todo colocado en las dos primeras plantas del museo con el único fondo de las paredes blancas y una suave música que evoca un ambiente militar. De las paredes cuelgan cuadros y fotos antiguas que muestran, por ejemplo, el aeropuerto mallorquín de Son San Juan en los años treinta o a la tripulación que inauguró la línea Barcelona-Palma de Mallorca.

En el Museo de la Ciudad se puede ver, por ejemplo, el globo en el que subió la reina María Cristina, el motor del Eurofighter, el motor de origen francés Anzeni (1909) o maquetas de los sistemas aeronáuticos más punteros. También hay hueco para un rústico aparato de vuelo sin motor que era empujado monte abajo hasta que el piloto conseguía elevarlo y planear ante el asombro de los curiosos. La exposición exhibe la réplica, construida en España en los años cuarenta, de un velero de instrucción para pilotos creado en Alemania en la década de los treinta. Este aparato, que pesaba 100 kilos, era de madera y tela de algodón y se hacía volar a través de unas gomas de forma parecida a un tirachinas.

Muñecos uniformados

El material de la muestra proviene, entre otros lugares, de los fondos del Museo del Aire. Las dos plantas en las que está dividida la exposición están adornadas con vitrinas con planos; guantes de cuero marrón y gafas de aviador que evocan películas de la Segunda Guerra Mundial.

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El toque exótico lo ponen unos muñecos de felpa, largas pestañas y labios tintados de rosa que van vestidos, emulando a los aviadores, con distintos uniformes. Un muñeco va disfrazado, por ejemplo, con el traje de vuelo empleado por la tripulación de la Lutwaffe en la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial: botas marrones con pelliza por dentro, mono caqui y gorro con cascos en las orejas. Otro muñeco viste con el mono exclusivo de la patrulla Águila: mono azul, pantalón superpuesto de color gris y pañuelo rojo con aviones amarillos anudado al cuello.

La muestra contiene una parte dedicada a los verdaderos expertos en aeronáutica y para los que los profanos necesitan un manual de comprensión, como las maquetas de las unidades electrónicas de Hispasat, el "interrogador transportador combinado", o los sistemas de guerra electrónica. Los más fanáticos de la unión del género aeronáutico con el militar pueden comprobar cómo funciona "el sistema SBGL", más conocido como "el sistema de bomba guiado por láser" . El SBGL ha sido concebido para "el ataque de objetivos fuertemente defendidos y cuya destrucción exige una gran precisión de impacto".

La maqueta del Phantom II pone los pelos de punta: "Devastadora plataforma de ataque y defensa, ha sido considerado el mayor cazabombardero de todos los tiempos", reza un cartel al lado de la vitrina. También hay en la exposición un sistema para detectar "emisiones ilegales" y la maqueta del radar de los radares: el Radar Lanza 3D de largo alcance.

Entre los visitantes a la muestra ganan los niños y las personas relacionadas de algún modo con el mundo de la aviación. "La muestra no está mal porque no falta nada de los cien años de historia de la aviación española, pero hecho de menos más carteles explicativos", comentó ayer un piloto, que había acudido a la muestra acompañado por su familia. En el otro lado de la segunda planta, dos niños pegaban las narices contra el cristal de la vitrina que exhibe las maquetas de unos helicópteros, otros de los aparatos estrella de la exposición.

Cien años de la aviación en Madrid. Hasta el 4 de enero. Museo de la Ciudad. Príncipe de Vergara, 140. Entrada gratuita. De martes a viernes, de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.00. Sábados y domingos, de 100 a 14.00. Lunes y festivos cerrado.

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