Kylie Minogue se aleja de la pista de baile y de las listas de superventas
La cantante australiana presenta un nuevo estilo en 'Body language'
Body language tuvo un lanzamiento privilegiado. Kylie Minogue lo presentó en directo, en un concierto singular y exclusivo en el renovado Hammersmith Apollo de Londres ante 4.000 invitados que escucharon por primera vez el noveno disco de estudio de la artista australiana. En esa velada, que contó con un presupuesto para su única puesta en escena de un millón de libras (en torno a 1,4 millones de euros), la australiana entró en el panteón de reinas del pop. Pudo por fin sentirse a la altura de Madonna. "No me importa que me sigan llamando princesa. Lo considero un halago", comentó.
En la práctica, a sus 36 años, ha optado por madurar. Su imagen erótica tiene ahora pinceladas afrancesadas resultantes, probablemente, de su relación con el actor Olivier Martínez. No quiere verse identificada como el trasero más reconocido del pop, sino como la Brigitte Bardot del siglo XXI. "Es mi punto de referencia. Fue tan radical en su día que me parece la perfecta combinación para expresarme artísticamente", dijo antes del concierto. En el estrado combinó modelos marineros con diseños de Chanel y Balenciaga.
El título de la entrega resume la personalidad de su creadora. "No puedo separar la voz de mi cuerpo. En Body language expreso quién soy y cómo me comunico con la audiencia", describe con carisma.
El disco ha dividido a la crítica, pero el público británico le está dando la espalda. En menos de un mes, Body Language desapareció de los primeros puestos de las listas en una pronunciada caída que parece no tocar fondo. La victoria de Minogue puede ser mayor con el paso del tiempo. "Estamos ante la nueva Kylie", advierte Akin Ojumu en The Observer: "Con más clase, más funky e intentado estimular una marca que ya funcionaba bien. Es un paso inteligente".
Babelia
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