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Columna
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Villancicos para Aznar

Como obliga el calendario, Juan Andaluz sentía su corazón a rebosar de buenas intenciones. Ya le gustaría entonar los viejos villancicos de la abuela, coger la alpargata y atizarles de lo lindo al rencor y a la maldad, para que estos días no salieran por la boca del cántaro del tiempo. Y se puso a caminar. Y vio que la gente también estaba por la labor, pero con un tributo a la risa, a la guasa del desquite contra el zurriago. Llegando a la esquina de Sierpes, Juan Andaluz escuchó a un coro de damnificados de cierta tabacalera histórica, privatizada en mal momento y de mala manera: "Ya se va el del bigote/ ¡ay, qué alegría/ cantan los paraítos / de Andalucía." Muy cerca, los de Astilleros secundaban al estribillo: "Cuantito antes./ Que como se arrepienta / me queo sin cante".

Por el barrio Santiago, en Jerez, la onda expansiva levantaba un: "Villancico de plata / yo le jaría, / pa que fuera ligero, / por bulerías." Y en Cádiz, otra vez los de Astilleros y los de Altadis: "Palabritas que peguen, a mi me faltan./ Que tiene mucha tela / este fantasma"; principiando por las raíces del pasado, como es de ley: "Tío del Bigote / antiguamente había / en las farmacias. / Y servía pa quitarse / muchas desgracias. / Este no quita / ni las trampas que tiene / en la botica." A lo que coreaban los sufridores de Rota del señor Bush: "Y es la primera / que se va y que no paga / ni una peseta." El remate, naturalmente, con la hipérbole extrema: "Por allí se las meta. / ¿Que se va? ¡Que se vaya!/ Saca, niña, la bota / y la pandereta".

Otro coro de carnaval en ciernes, por Algeciras, entre los vertidos tóxicos y los submarinos nucleares averiados, se inclinaba también a lo más chusco: "Yo no quiero pegarle / a la botella. / Que uno que quiso hacerlo / le pegó ella."

Montes de Málaga. Juan Andaluz sorprendió a una panda de verdiales en plena algarabía: "Castigaítos,/ ocho años, ¡qué largos!/ nos ha tenío. / Porque no le votamos, / ¿y eso es delito?" En Plaza Nueva, de Granada, ya escamados de que les quieran enfangar el Campus de la Salud: "Y las células madre, / madre qué lío. / Y que no las toquemos,/ ¡ valiente tío! / Pero él a nosotros / nos ha tocao. / Como haya Cielo, niña, / los andaluces / ya lo han ganao."

Al fin, en todas partes, por Córdoba, Almería, Huelva, Jaén, los de la tercera edad, con un tintineo barroco de cristales de anís y cucharas de rebañar: "Y una paguita / pa los pobres más pobres / va y se la quita. / Y una paguita, pa los pobres más pobres...

Juan Andaluz acabó sintiendo lástima del personaje. La cajita de música del desespero ya estaba abierta de par en par. Y aunque en el aire todavía peleaban con "bigote" una cuantas palabras de rima facilona, de una palmada las mandó salir del estrambote. Mucha finura tenía Juan Andaluz para perder más tiempo con eso. Y pensó: Ya está olvidao. Ahora que venga otro, si se atreve. Pero, claro, una última duda le espantó:

...Ahora dicen que viene

el tal Rajoy.

Como eso sea cierto,

ay, madre mía,

¡yo es que me voy!

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