Contaminación
Parece ser que vivir en una sociedad de libre mercado entraña el dar patente de corso a ciertas empresas para que actúen como les venga bien a sus intereses, lejos de los generales. En los años cincuenta/sesenta con el beato mito de la industrialización impune, en la regiones depauperadas se ubicaron las racional de industrias más contaminantes, sin que las autoridades de la época se opusieran y en tanto que la opinión pública, ignorante y amordazada, apenas si contaba.
Sevilla, la impar metrópoli del Sur, va a conceder licencia de obra -si los vecinos no lo remediamos a tiempo- y Sevillana-Endesa situará una gran central eléctrica en la zona (cercana a urbanizaciones) del Puerto fluvial; y que ha de funcionar con gas y fuel. No acabamos de entender que el creciente consumo de electricidad haya de resolverse con esa clase de centrales, cuando, por ejemplo, con más de 30.000 horas de sol al año esta ciudad permite, sin riego ecológico alguno, similar producción de energía eléctrica con la alternativa de montar modernos paneles solares. Item más, si a la extensa área de Tablada quiere convertirla el Ayuntamiento en un "pulmón verde y de ocio", mal lo podrá hacer si consiente otro desaguisado ecológico con esa resolución que perjudica, a la postre, la calidad de vida de los habitantes de la capital.
Un mandato (Art. 45.2 de la Constitución de 1978 ) obliga "a los poderes públicos a velar por la utilización de los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de vida y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad efectiva". ¿Cómo cumple este mandato la Corporación hispalense?.
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