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Perfil | Phil Condit

Un mal perdedor

Uno de los principales escaparates de la vanguadia tecnológica y de la excelencia empresarial en EE UU, Boeing -el primer fabricante aeroespacial del mundo-, no se podía permitir el lujo de seguir más tiempo en tela de juicio. El escándalo que supuso la contratación de la responsable de adquisiciones del Pentágono, Darleen Druyun, algún tiempo después de que éste se decantara por la compañía norteamericana en la compra de 100 aviones cisterna, ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de un consejo de administración que durante los últimos años ha visto crecer a su costa a su gran rival europeo. Éste será el primer año en que Airbus entregue más aviones comerciales que Boeing y eso ocurre tras un periodo en el que ha estado al frente de la compañía Phil Condit, un "ingeniero brillante" durante su primera etapa en la misma, con notables aportaciones al desarrollo de sus grandes aviones, pero que se ha dejado arrebatar los aires comerciales por su rival europeo.

En los militares tampoco han cosechado éxitos notables en los últimos tiempos el ex consejero delegado Condit. La pérdida del contrato del Joint Strike Fighter -el último caza tripulado- en favor de su competidora Lockheed Martin supuso un serio revés económico no menos importante que el juicio, aún pendiente, con esta misma compañía por supuesto espionaje industrial en un concurso del Pentágono para la adquisición de lanzaderas espaciales. No está claro que Condit tenga nada que ver directamente con estos comportamientos, pero sí con el deterioro bursátil durante su mandato, un 6,5% de caída del valor de las acciones.

También parece evidente que Condit se ha dejado llevar por unas circunstancias difíciles de contrarrestar. Anfitrión e invitado en múltiples ocasiones de jefes de Estado, presidentes de Gobierno y grandes empresarios, ha dirigido desde 1996 un imperio que en algunos momentos de su historia ha superado los 200.000 empleados y que este año facturará más de 50.000 millones de dólares, una cifra que multiplica varias veces el PIB de muchos países. Con los pedidos que anualmente realiza su principal cliente, el Pentágono, saldrían de la miseria decenas de millones de personas. Como primer exportador de EE UU ha disfrutado también de unas relaciones especiales con la Administración, que ahora trata de mirar para otro lado y asiste impávida al viejo espectáculo de hacer leña con el árbol caído. Mujeriego, derrochador... son algunos de los adjetivos con que se le define en la prensa internacional, en la que se cita incluso que algunos de sus ejecutivos reconocen haber tenido "otro Bill Clinton en sus manos".

SCIAMMARELLA

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