Recuerdo de una transgresión
Un homenaje a Biel Mesquida evocó el impacto hace 30 años de la novela 'L'adolescent de sal'
El escritor Biel Mesquida (Mas d'en Sales, Castellón, 1947) recibió anoche un cálido homenaje de amigos y lectores en la librería barcelonesa La Central del Raval. Se conmemora este año el 30º aniversario de L'adolescent de
sal, considerada aún hoy su obra magna, una novela transgresora y crítica con los símbolos del poder establecido que supuso en su día una conmoción literaria. Galardonada con el premio Prudenci Bertrana en 1973, su publicación no llegó hasta un año y medio después, convenientemente mutilada por la censura. La primera edición, publicada por Edicions 62, se agotó rápidamente; en 1990, Empúries la reeditó, en esta ocasión sin omisiones y con correcciones del autor, y ahora, con motivo del 30º aniversario, se ha lanzado una nueva edición.
"Releed L'adolescent de sal. La verdadera lectura es la relectura", recomendó Mesquida a un nutrido auditorio, ante el que se presentó con una estrella roja para celebrar el triunfo del pacto de izquierdas en Cataluña y arropado cariñosamente por algunos de sus amigos de 30 años atrás, que lo siguen siendo todavía hoy. La cantautora mallorquina Maria del Mar Bonet, que le dedicó la canción El
mar, de Joan Vinyoli; Lluís Llach, quien vivió muy de cerca el proceso creativo de la novela; el editor Xavier Folch, la actriz Rosa Novell y el crítico Jordi Llovet acompañaron al escritor.Biel Mesquida asistió feliz a un homenaje que vivió "como una sobredosis de amor, de ternura, de letras y de palabras". Fue, como los amigos que anoche le acompañaban, un joven "intenso y luchador". Y así afirma sentirse todavía. "Ninguno de nosotros ha perdido esa intensidad", afirmó, porque pertenecen a esa categoría introducida por los romanos, "el puer
senilis, que tiene la fuerza del niño y la sabiduría de la persona mayor". El escritor constató que también L'adolescent de sal "lo seguirá siendo por los siglos de los siglos. En la literatura sin fecha de caducidad permanece una alquimia lapidaria del verbo".
El homenaje a Biel Mesquida sirvió no sólo para recordar las dificultades que acompañaron a la difusión de L'adolescent de sal, sino también las circunstancias de gestación de la obra, en la Barcelona tardofranquista de principios de la década de 1970. Fue Llach, que vivió muy de cerca ese proceso, quien desveló algunos detalles entrañables para el público. Detalles íntimos, de cuando ambos coincidían en la casa barcelonesa de su amigo Pep Mauro y la madre de éste, Margalida, y su homosexualidad les hacía sentirse "una minoría prohibida". En aquella casa "conspirábamos, amábamos y cuestionábamos todo lo que nos rodeaba". Pero no sólo eso, también creaban, con las inquietudas propias de quien se inicia en el camino de la vida y del arte. Llach se entrenaba con la guitarra y Mesquida con las letras. "Nos leía pasajes del libro y le decíamos que nunca conseguiría pasar la censura". Con el original ya acabado, Mesquida itineró por un sinfín de editoriales durante un año. Lo rechazó todo el mundo; "incluso algunos que eran amigos, como Maria Aurèlia Capmany, quien me dijo que la novela no tenía cimientos", comentó el escritor.
Paralelamente se presentó sin ningún éxito a otros tantos premios literarios, con idéntico resultado. Hasta que llegó al Prudenci Bertrana, y el jurado le concedió el galardón. Llach lo vivió con tal intensidad, sufriendo porque se acababa el plazo de entrega de originales y cosiendo los folios a mano porque al final no encontrban grapas por ninguna parte, que ayer, al recordarlo, se refirió al momento "en que nos dieron el premio. Bueno, se lo dieron a Biel", se corrigió.
Llovet, que también vivió con intensidad los primeros pasos de la novela, atribuyó el impacto inicial del libro al hecho de haber significado "una gran heterogeneidad y diferencia con respecto a la manera de narrar habitual de la tradición catalana y también española". Mesquida, que indicó que las dos cosas mejores que le han pasado este año es la reedición de la novela y el triunfo del pacto de izquierdas en Cataluña, se despidió con dos proclamas, arrojadas al público con idéntica intensidad: "Visca el país català lliure. Visca l'adolescent de sal".
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