¿Ancianos o borregos?

A la vuelta de un viaje subvencionado por el Imserso fuimos "obsequiados", por el hotel, de una bolsa de alimentos, ya que entre autocar y avión tardaríamos más de cinco horas en llegar a Barcelona. No quiero comentar sobre la "calidad" de los mismos pues, en realidad, no esperábamos gran cosa, pero sí quiero referirme a dos detalles que me resultan de lo más humillantes y ofensivos. Primero es que en vez de darnos unos bocadillos preparados, nos ponen un cuchillo de plástico para que, artesanalmente, en el aeropuerto montáramos una especie de campamento tercermundista para regocijo del resto de pasajeros, y, lo segundo, es que entre las suculentas viandas había, ni más ni menos, que un huevo crudo. Naturalmente, dicho huevo se había roto en el 99% de las bolsas, empapando alegremente su viscosidad al resto de productos. Ante tal desaguisado, vuelvo al hotel para pedir explicaciones y la única solución que me ofrece el que parece ser el director, es que le demos 20 minutos para reparar el entuerto. ¿Cómo? Reemplazando el huevo crudo por otro duro (no aclaró si primero deberíamos entregar el roto, no fuera que algún avispado se aprovechase del infortunio) y sin que se les ocurriera en ningún momento pedir disculpas al grupo.

Como es natural, no aceptamos y nos fuimos contentísimos por el trato recibido. No justifico, pero sí comprendo, que una gran cantidad de huevos, así como de bolsas, fueran lanzados a la puerta del Gran Hotel Coto de Matalascañas, Huelva.