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La inauguración del circo estable se aplaza por tercera vez, ahora hasta finales de 2004

Tras 15 años de fracasos, las obras en un solar de la ronda de Atocha entran en su recta final

Madrid, que llegó a contar hace un siglo con nueve circos estables, cerró el último, el mítico Price, en 1969. Han sido necesarios 35 años para que el Ayuntamiento consiga para la ciudad un digno heredero de aquel "espacio de ilusión": el nuevo Circo Estable de Madrid será inaugurado en navidades de 2004, según anunció esta semana el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, tras visitar las obras que se realizan en un solar de la ronda de Atocha. Pero el proyecto no es de ahora: nació en 1988, y hasta el día de hoy sólo ha tenido una existencia de fracasos y aplazamientos. Éste es el tercero.

El pasado martes, Ruiz-Gallardón visitó las obras y se declaró maravillado por el diseño "revolucionario y vanguardista" que tendrá el circo estable, que se está levantando en el interior de una manzana delimitada por la ronda de Atocha y las calles de Fray Luis de León, Juan Sebastián Elcano y José Antonio Armona, a un paso del barrio de Lavapiés. Son seis edificios, antigua fábrica de galletas, que han sido completamente reconstruidos y que acogerán la sala principal (de planta circular, con cinco plantas y coronada por una gran cúpula), la trasescena (donde están las salas de ensayos), un museo del circo y tres edificios de administración, animalario y talleres.

En total, 17.000 metros cuadrados de circo, poco visibles desde el exterior de la manzana, pero que, al internarse en ella, ofrecerán un espectáculo de vidrios que cambian de color, espejos y la antigua fachada neomudéjar, que se conserva. El aforo será de 2.300 espectadores, y bajo tierra habrá un aparcamiento con 200 plazas. Todo eso ha costado 23 millones de euros -el doble de lo que se presupuestó inicialmente- y será inaugurado en navidades de 2004, según el Ayuntamiento. El diseño es del arquitecto Mariano Bayón.

Madrid tendrá, por tanto, dentro de un año, un circo en el que las paredes de hormigón, las cúpulas y los muros acristalados sustituirán a las lonas y los carromatos que son la seña de identidad de cualquier circo itinerante. Pero la trayectoria de este proyecto municipal no tiene nada de estable y sí mucho de nómada.

La odisea de un circo

El infortunado proyecto arranca en 1988. El Ayuntamiento aprobó aquel año dotar a la ciudad de un circo estable, decidió construirlo junto a la plaza de toros de Las Ventas y adjudicó la obra, en 1990, a Circos Asociados, la empresa de Arturo Castilla -antiguo payaso y copropietario en su día del Price-. Pero la Comunidad quería declarar el coso taurino y su entorno bien de interés cultural, y ambas administraciones concluyeron que era mejor trasladar el circo a otro sitio.

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Se pensó entonces en un solar próximo, junto a la M-30. Tan cerca que, cuando se planeó la ampliación de la carretera, el proyecto circense tuvo que volver a hacer las maletas. La tercera idea llegó en 1992, y el solar elegido fue un terreno de Méndez Álvaro que a Arturo Castilla no le convenció. El Ayuntamiento probó entonces con un suelo situado tras la ermita de San Antonio de la Florida, pero había otro problema: por allí iba a pasar el jardín del Pasillo Verde. Al final se volvió a Méndez Álvaro, y allí, a bombo y platillo, se anunció que el circo sería inaugurado en las navidades de 1994.

¿Qué ha pasado en estos diez años? Circos Asociados se declaró incapaz de acometer el proyecto sin ayuda económica de las administraciones, Arturo Castilla murió en 1996 y el Ayuntamiento rompió el contrato con la empresa en 1997. Todo el proyecto quedó empantanado. Pero en 1998 se produjo el milagro: el Ministerio de Cultura cedió al municipio los inmuebles abandonados de las industrias Pacisa, en la ronda de Atocha, a cambio de que rehabilitase el teatro Olimpia; el Consistorio sacó a concurso en 2000 un nuevo proyecto de circo -que ganó el arquitecto Mariano Bayón- y anunció que se inauguraría en las navidades de 2003. Ahora el horizonte vuelve a alejarse hasta finales de 2004. El Ayuntamiento confía en que será la última vez.

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